“Adiós a las Cabinas Telefónicas”...

“Adiós a las Cabinas Telefónicas”…

Entraba el teléfono automático, con un «disco de marcar», a mi tierra natal Córdoba, Ver, pero antes de éso recuerdo cuando me decía mi madre:
“háblale a tu hermana Maruca”
(que trabajaba en el negocio familiar «Distribuidora de Autos Chrysler») alzaba la bocina y escuchaba a la «operadora» que decía :
“Ericsson” ó «Mexicana» (dependiendo el número que se solicitara).
“Por favor a la Automovilística” ( tel. 10 60 ) pedía.
De ahí respondía una señorita desde una “centralita” o «conmutador» que se encargaba de enchufar los cables correspondientes para localizar a cualquiera de mis hermana (Chata o Maruca) ambas trabajando en el mismo lugar.
Igualmente se repetía esa operación para llamar
a la casa de la «calle 6» cuyo número telefónico era «6 93».
La llegada de los teléfonos con disco/»marcación por pulso» fue un acontecimiento histórico. Eran aparatos de baquelita pesados que de tres dígitos pasaron a cinco,
así que el número de la casa cambió a: 2 06 93.
A esa edad, emocionado por el invento de Antonio Meucci, quería ser yo el que marcara cualquiera de los número que fueran a utilizar mis hermanos;
(máxime que el teléfono se encontraba frente a un largo macetero que utilizaba para jugar con mis «carritos» a través de las «subidas», «bajadas» y veredas que le había diseñado) así como estar atento al peculiar timbre (que ajustaba su volumen accionando un botón localizado en la parte de abajo del receptor) para apresurarme a «contestarlo».
«Tono de timbre» actualmente «muy de moda» en los llamados «teléfonos inteligentes»/»smartphones».
Ya con la telefonía automática llegaron «las casetas de alcancía».
La primera de ellas colocada en el zócalo (“Parque 21 de Mayo») que funcionaban introduciendo una moneda de veinte centavos $.20 («de cobre»)….
….de ahí la expresión: «¡Ya me cayó el veinte!»
«Así decimos en México cuando por fin logramos entender algo»
La compañía líder de telecomunicaciones en México (entonces y ahora):
“Teléfonos de México” (TELMEX).
Un dato que ahora podría resultar «curioso» es cómo en muchas películas
«el teléfono o un locutorio» fue parte importante de sus tramas…..ese objeto
-sin el que muchos mortales ya no son capaces de vivir-
de una forma u otra contribuyó a hacerlas inolvidables.
Recuerdo las casetas en la CDMX:
cerradas cuadradas, luego aparecieron las de acrílico (como las había visto en el vecino país del norte).
Al llegar al Reino Unido, «Stratford Upon Avon» encontré, por aquellos años, las famosas rojas y cuadriculadas.
Años más tarde hallé unas casetas modernas en:
Buenos Aires, Argentina, Santiago de Chile y Lima, Perú.
Las «tradicionales» en Alemania y Europa central.
Hace unos lustros en Israel a un costado de Tiberíades, en varias ocasiones, mi compadre Octavio utilizó casetas telefónicas para comunicarse a Orizaba, Veracruz .
Viviendo Dolores y yo en Gainesville, Florida me sorprendió cómo un amigo y condiscípulo, cuando la telefonista estaba realizando «el enlace a Líbano» le informaba que el importe era de $11 dólares él (que para todo pedía «rebaja»), hasta a la operadora le requería descuento arguyendo que sólo contaba con $6 dólares:
«Por favor señorita necesito hablar con mi madre…!
…. y, asombrosamente, consiguió la requerida reducción desde una
¡caseta telefónica !
Luego cuando nos vimos en New Haven, Connecticut y lo acompañé a hacer una llamada telefónica comprobé que también ahí pedía el ya mencionado descuento….. y ¡lo obtenía!
¡Qué gran importancia tuvieron las casetas telefónicas durante muchos años:
diseñadas para evitar que el usuario se mojara, «en caso de lluvia, así como para respetar la privacidad del mismo».
Hace aproximadamente 15/20 años vi proliferar los teléfonos públicos sin caseta (tanto en la ciudad como en las zonas rurales) los que operaban primordialmente con «tarjeta telefónica» de varias empresas.
… y llegó, con la modernización, el teléfono celular.
Ahora vemos que el grueso de la población cuenta al menos con uno de ellos:
adultos económicamente activos, la mayoría de los jóvenes, pocos niños y finalmente (unos primero y otros después) las personas de «tercera edad» se han «actualizado» con el uso de este aparato.
Hay quien tiene dos o más teléfonos móviles argumentando la necesidad de los mismos por cuestiones principalmente de trabajo.
Hace tres años caminando por las calles de Londres me llamó la atención ver los típicos «kioscos telefónicos rojos» (muchos abandonados) cerca de la “Opera House”, así como otros apilados por el “Britsh Museum” de los cuales tomé algunas fotos entre ellas una muy peculiar donde aparece un teléfono público (de los pocos que están en uso) y junto una jovencita hablando con su celular JA!
En ese momento corroboré que estaba cerca el
¡Adiós a las «casetas»/»cabinas» o «kioscos»! (“como tales”)….
Me refiero a que, posteriormente, me enteré que:
«el uso de las casetas telefónicas públicas, en Inglaterra, sigue siendo relevante ya que en la mayoría de los casos se transformaron en «cabinas multifuncionales que dan telefonía y Wi-Fi y no falta la cabina convertida en “puestos a de revistas” … «
Me pareció que las siguen manteniendo por ser un ícono turístico de Londres,
«un símbolo de la ciudad junto a los «autobuses de dos pisos rojos», el «Big Beng» o el «Puente de Londres»…»
Gastando Zapatos cada vez más veo menos «casetas»…
Muchas de ellas nostálgicas, otras se habían convertido en chatarra y hasta desmejoraban la imagen urbana.
Un día encontré en un bar una «cabina telefónica» convertida en W.C. Cabe señalar que con el ingenio del hombre se llegaron a diseñar casetas con figuras de animales y colocarles un teléfono para sitios muy particulares, ¡ hasta en la playa !.
¿Recuerdas cuándo fue la última vez que usaste una «caseta telefónica» o un «teléfono público»?
Aunque me niego a prescindir del teléfono dentro de un «kioscos telefónicos inglés» irremediablemente,
Adiós “Casetas o Cabinas Telefónicas”!

*Nota: Algunas imagenes fueron recolectadas de internet, el objetivo es representar con dichas imagenes lo escrito, ya que no siempre me es posible utilizar imagenes propias debido a su antigüedad o calidad de las mimas.

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