Fue el sábado pasado (7 de abril, 2018) cuando llegábamos a la «Plaza de Chavarrillo», un pueblo cercano al sur de Xalapa a unos 35 min., donde nos esperaba Eligio cuando todavía no aparecía el sol;
sumándose otros compañeros de «Turismo de Xalapa».
Días antes Eligio acudió a nuestra oficina para mostrarnos lo que ofrece «Chavarrillo» en materia de turismo y «a la voz de ya» se organizó este «viaje de familiarización» para conocer o reconocer sus fortalezas, agregarlas al inventario regional y así ofertarlo y potencializarlo turísticamente como «destino» de Xalapa y la Región.
Llegaron también, al «quiosco» en el centro del zócalo, Alexis y el pequeño Carlos cargando una mochila (más grande que su espalda) donde llevaba una libreta y «guías de aves»; apareció Miguel (niño más grande) igualmente interesado y entendido del «tema». Total que eran varios (de una u otra forma) conocedores del «avistamiento de aves».
Empezamos a andar por un camino de terracería (paralelo a una vía);
dada la oscuridad no se apreciaba el objetivo pero, al aclarar en medio de la naturaleza, se empezaron a escuchar diferentes cantos de aves lo que hizo que los expertos «aguzaran el oído» para identificar de qué pájaro se trataba, señalándonos con el dedo alguno que estuviera posado en un árbol o que se pudiera captar al vuelo (Carlitos sacó de su gran mochila una libreta para dar inicio a la lista de aves divisadas y como señalé, una vez con luz ya pudimos apreciar los diversos tipos de aves la mayoría muy pequeños.
El largo metal de la vía, vigilante, aparecía a tramos
(podíamos verlo entre piedras y durmientes);
igualmente a lo lejos nos contemplaba una boscosa montaña.
“¡Silencio, escuchen: …es un tucán!”
Seguíamos caminando con zapatos cómodos y ropa oscura
(tal como señalaban las instrucciones dadas por el guía).
“Vean allá: … un oropéndola”,
Recorrer y recorrer hasta entrar en parcelas de café y otras de limón.
Flora y fauna rica para ofrecer y poder admirar la observación de aves. Había pocos binoculares que se intercambiaban para contemplarlas ya fuera de cerca, un poco más lejos o entre los árboles.
El sol que lucía en sus diferentes matices, aquella primaveral mañana, anunciaba con su luz que iba ser un día caluroso.
Miguelito se adelantó y nos previno de tener cuidado con la «marabunta» que en montón ¡trabajaba entre la tierra «a todo vapor»!
(así nos libró de, en caso de invadir sus terrenos, ganarnos una «buena picotiza»)
Entonces apareció una cabaña bien construida:
“la casa de las luces”,
Eligio nos presentó a su hermano Cirio y a Lucy, moradores de este acogedor lugar, quienes de inmediato nos explicaron lo que utilizaron para construir la vivienda:
materiales de la región (madera, barro, tejas…)
tecnología ecológica (baño seco, luz solar, captación de agua de lluvia)
y por medio de una «bici bomba» (bicicleta) subir el agua filtrada para su total uso doméstico.
Arriba un largo corredor con hamaca, diseñado como mirador
(ya sean aves o lo que pueda aparecer en un panorama de naturaleza y cielo….en la noche, imagino, un estrellado firmamento)
En fin algo que invita a una estancia de tranquilidad.
A la entrada había una fogata dispuesta, pudiera ser, para preparar o calentar alimentos; aunque nos mostraron una «estufa de serpentín» que fue hecha bajo la supervisión y tecnología de un alemán que convivió un tiempo con ellos.
Bajo los árboles ya instaladas: mesas, sillas y manteles
(al estilo italiano campestre)
donde nos ofrecieron el desayuno:
-ricos «tamales» preparados por la esposa de Álvaro (otro de los hermanos de Eligio).
Situado en otra mesa un molino manual listo para que,
junto con el agua hirviendo y los que desearan azúcar, pudieran preparar un delicioso y humeante café.
Así también están los árboles cargados de limones, agua fría azucarada o al natural para hacerse una exquisita limonada.
Tuvimos el placer de conocer a la matriarca de la familia. Una señora con gran presencia y fuerza que, aunque mayor, llegó tranquilamente caminando acompañada de una de sus hijas.
Terminando el desayuno nos regresamos rumbo al zócalo, donde se nos explicó el proceso del café en la casa y taller de Eligio.
Seguimos «gastando zapatos» hasta «la casa/taller de barro de Doña Chofi». Ahí nos recibió junto con su hija Gabriela; veíamos movimiento de calor sobre un horno de ladrillo donde estaban en cocimiento piezas de barro.
Entre vasijas y una buena cantidad de cerámica, mientras Doña Chofi sentada moldeaba, salió cacaraqueando una gallina clueca lista para abrirse paso entre tantos recipientes y en un rinconcito «poner los huevos»; encontré 7: unos blancos y otros rojos.
¡Que detalle tan original!
Adquirí, entre otras cosas, una pequeña cazuela bajita apropiada para cocinar arroz al horno.
Saliendo del «taller de barro» tomamos los coches para, en pocos kilómetros, llegar a «la quinta Los Polos».
Nos recibió Don Polo: ¡»dueño del predio y desarrollador de sueños!
Abrió ese portón grande con chapetones con la imagen de caballos. Una construcción colonial mexicano en cuyo costado está un corredor cubierto, a tramos, donde guarda una colección de autos antiguos (alguno de 1944) gusto que ha «contagiado» a su hijo.
Tiene también canchas de frontón, fútbol y más atrás suficiente espacio para
¡organizar eventos campestres!
En la primera sección donde terminan los autos antiguos se ubica una «capilla» con figuras significativas y muy apreciadas por la familia; hay un azulejo con una amorosa dedicatoria de don Polo para su esposa Mary (originaria de Jalisco pero que su corazón ya pertenece a Veracruz)
Del otro costado de la casa se encuentra un museo extenso y variado encabezado por una colección de radios, consolas y rockolas
(algunos hasta con sus instructivos) también hay discos, bulbos y muchos aditamentos.
Así como cámaras, relojes, instrumentos colgados a las paredes, colecciones y más colecciones entre ellas una ¡muy grande de autos en miniatura!
Todo en orden y buen gusto.
Letreros adecuadamente colocados, algunos creativos como el
“bar del emperador”…
¡qué al cambiarle una letra tiene un significado chusco!
Una fuente con tortugas y rana adorna el jardín
Don Polo, en todo momento, complaciente y hospitalario al igual que su esposa quién amablemente nos ofreció una deliciosa agua de maracuyá preparada con frutas que ahí mismo cosechó.
La parte del recorrido donde nos muestra el área privada de la casa fue lo que yo llamo “la cereza del pastel”. Don Polo ha “concretado” sus sueños a lo largo de una fructífera vida reuniendo diversos objetos conseguidos en “n” lugares entre los que se encuentra el histórico:
“Tianguis de La Lagunilla” en el corazón de la Ciudad de México.
(del cual ya he platicado en otro de mis escritos)
Con su autorización mostraremos y complementaremos «el tour» «experiencias en Chavarrillo».
Yo desde hace más de 20 años conocía «Chavarrillo»,
mi hijo mayor ( Luis Eduardo) siendo un adolescente jugaba «béisbol» en un campo situado en aquel lugar.
Algunas otras veces visité los talleres en búsqueda de artesanía.
Ahora al reunir todas las actividades arriba descritas y trabajando todos juntos, resultará una experiencia muy atractiva para ofrecerla no sólo al mercado nacional como «producto turístico de Xalapa y la Región» sino también al «mercado internacional».
¡Un bello amanecer cerca de Xalapa !
….¡seguiremos «gastando zapatos» en pos de nuevas vivencias para beneficio de la «Región» y deleite de los turistas!.
¡ ya les contaré después !
*Nota: Algunas imagenes fueron recolectadas de internet, el objetivo es representar con dichas imagenes lo escrito, ya que no siempre me es posible utilizar imagenes propias debido a su antigüedad o calidad de las mimas.
