“aquellos ayeres” ... “Día del Agente de Tránsito”.

“aquellos ayeres” … “Día del Agente de Tránsito”.

Recuerdo que era mediados de diciembre cuando acompañaba a mi padre
(retirado de los negocios)
al “Superiberia” a comprar
entre otros artículos,
unas cajas de sidra.
Llegado el día 22 salía con él a recorrer la pequeña Córdoba de principios de los años sesenta,
para entregarle a cada “Agente de Tránsito” un sobre con dinero (que alguna de mis hermanas mayores, “si la memoria no me falla”, le había ayudado a disponer)
felicitándolos por ser “Su Día”.

“…Esta tradición inició el 22 de diciembre de 1949. La idea fue lanzada por la “Asociación Mexicana de Automovilística”,
que consideraba al “Agente”
como un valioso guardián de la seguridad de los automovilistas y de los peatones, porque su trabajo contribuyó a que se registraran menos accidentes,
se lee en la circular publicada en aquel año.
Así, esa fecha era la indicada para celebrar el “Día del Agente de Tránsito” y se exhortaba a la población a que se dirigiera desde su automóvil o a pie al banquillo que aquellos ocupaban para entregarles sus regalos, bien fuera dinero u objetos…”

Colocado en un alzapiés cuadrado amarillo con café
(de apróx. 50 cms. de altura)
y en los cruceros importantes
“…subido un par de escalones en un singular habitáculo, protegido con un pequeño techo circular/sombrilla que pretendía reducir mínimamente los efectos del clima. De esta manera el “Agente de Tránsito” encontraba un resguardo, además, a su humanidad expuesta al paso vehicular…”
desde donde dirigía el tráfico
(en este caso)
de “la Ciudad de los 30 Caballeros”…

Continuando con la “conmemoración” añadiría que ese día se concentraban también los jefes de los “Agentes”.
A mi se me hacía curioso observar cómo (desde temprano) se iban acumulando los regalos. La cantidad dependía tanto de la popularidad del empleado público, como de su actitud ante los conductores.
Las empresas de refrescos o cerveceras les regalaban cajas con sus productos que depositaban alrededor de las citadas garitas.
Los entonces “tamarindos”
(“apodo que se aplicaba a los “Oficiales de Tránsito” que vestían uniformes “caqui” combinado con café obscuro…”)
rebosaban de alegría. Se observaban además
(entre los múltiples obsequios)
almanaques, botellas de licor, discos musicales, cigarros, bolsas de café, azúcar, jabones, canastas navideñas, sillas de mimbre, electrodomésticos, artículos con publicidad de marcas reconocidas, etc, etc…
En ese momento especial hasta el sonido del silbato con el que dirigían la circulación era diferente. Estaban satisfechos con el reconocimiento que le brindaban los ciudadanos.
Ya en la tarde al término de su jornada y después de recoger sus regalos, los taxistas se ofrecían a regresarlos “gratis” a sus hogares.
i Se respiraba un agradable ambiente de ayuda mutua y camaradería !
(así es como lo percibía entonces)

Hoy las cosas han cambiado radicalmente y todo aquéllo se acabó.
“… Ya no hay cultura cívica. La relación que tenemos con la gente en auto y a pie está viciada. No hay respeto, a veces, de ninguna parte”,
sentencia un “Agente de Tránsito”…”

“No digas que el tiempo pasado fue mejor que el presente; las virtudes son las que hacen los buenos tiempos, y los vicios los que los vuelven malos.”
San Agustín

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