Corrían los primeros años de los sesentas y mis primeros años de la primaria…
Mi madre me despertaba minutos antes de las 7.00, de lo que me parecía de «madrugada», a vestirse ( ponerme mis pantalones cortos), lavarme la cara y peinar mi copetito (a ese estilo que en estos años se ha vuelto a usar), ir corriendo a la sala, en la otra esquina de donde estaba la televisión, atrás del piano de media cola se encontraba lo que le llamaban » la consola» un mueble largo de color negro «Blue Point» ( punto azul), radio de onda larga y onda corta, tocadiscos y un compartimento para poner los discos ( acetatos) en 33.5, 45, y 78 RPM. Recuerdo algunos: Eddy Duchin, «Los 4 hermanos Silva», «El Cristo Roto», «Los Churumbeles», «La Violetera», «Los Panchos», «Amor sin Barreras», … ésos permanecían ahí, aunque cada hermano tenía los suyos y ellos los guardaban.
Esta consola no tenía mucho de haber sustituido al mueble más grande de marca Muller (sin ü).
Ahí llegaba ya arreglado y en un sillón me instalaba después de que mi querida madre ya tenía sintonizada la estación de radio que se emitía desde Fortín la XEDZ en honor a (Diodoro Zuñiga )que estaba ubicada al pie de la carretera entre Córdoba y Orizaba.
…una vez todo listo empezaba el programa, siempre con una bienvenida y con un parlamento («rollo motivador») para invitar a estudiar e ir al colegio, luego continuaba con dos canciones del extraordinario compositor de música infantil: » Cri-Cri»
«El grillito Cantor»(Francisco Gabilondo Soler) orgullo orizabeño. Canciones como «el chorrito», «la patita», «el Ropero», » el Ropavejero», «di por qué «, «El ratón vaquero», «che araña», «la marcha de las letras», «negrito sandía», «la muñeca fea», «el negrito bailarín», » la merienda»… Etc, etc
Y decía así: » caminito de la escuela apurándose a llegar, con sus libros bajo el brazo…»
Entre canción y canción el locutor, leía cartas de los amiguitos que enviaban peticiones o comentarios, no faltaba la queja de alguna que otra mamá por la desobediencia de su niño y usaban este medio para llamar la atención a «Juanito» o «Pepito» luego de la publicidad entraba un cuento…
«Peter Pan», » Caperucita Roja» … o algún otro…
Y al final, rápido aprestarse para lavarse los dientes, tomar la mochila y al «Colé», ya estaba lista mi hermana » La Chata » para llevarme en «El DeSoto» largo y de color amarillo con negro.
Con esa inocencia infantil llevabas en la mente una gran ilusión. ¡Maravillosa esa edad extraordinaria!
Llegaba con anticipación al toque de la campana al
«Colegio La Paz» con la maestra María de los Dolores Espinoza de los Monteros, oriunda de la ciudad de San Luis Potosí.
Vestida siempre en traje sastre, gris o azul marino, falda hasta el tobillo, medias obscuras y zapatos de pequeño taconcito, blusa blanca con moño de la misma tela, peinada con su cabello recogido y su «chongo» en la parte de atrás, cuando pude ver la película de » Mary Poppins» , siempre me imaginaba a mi maestra Lolita.
Después de haberla tenido en «El Instituto Cordobés» abrió su Colegio y allá fui a dar; ella, aparte de Directora, maestra en el Primer Año. Pupitres de madera azules con un tintero en medio, ya que eran lugares para dos niños.
Las letras las aprendí, cada una, con una historia: la «A» era un niño sorprendido que decía Ahhh!. Segunda vocal el abuelo sordo no escuchaba al nieto y le decía Ehhhhhh?, «E», y así después de las vocales llegaban las consonantes todas con una historia hasta la «Z».
Cada historia tenía un cartel con una imagen producto de esa pequeño pasaje de la letra y se iban pegando en la parte superior de la pared (arriba del enorme pizarrón) forma didáctica extraordinaria de memorizar el Abecedario (mnemotecnia)…
Orgullosa de su S.L.P. contaba y ponía de ejemplo la ciudad conservadora, el adoquín y baldosas de piedra en el Zócalo y tantas historias que corroboré 35 años más tarde al conocer la Capital de ese Estado potosino llevándola en mi mente y corazón.
¡qué formación y educación!
Al siguiente año se integró la Maestra Felipa Ramírez (también muy querida).
Recuerdo los compañeros, las clases, los recreos, «la tiendita», el garrafón de columpio y el vaso de plástico que se desplegaba como telescopio, lo imborrable es el aprendizaje de escritura manuscrita, con el sistema «Palmer», con plumas «esterbrook» (la aspiración era Parker). en aquel hueco del pupitre donde se ponía el tintero «Scrip»,
con «secante» (pequeñas cartulinas con un lado de color rosa o azul) para no manchar; en la caligrafía nos ponían «un veinte» (moneda de 20 centavos) con una cara de «sol y la otra águila» (el escudo), esa moneda no podía caer del codo haciendo la caligrafía.
Las paredes y techos del Colegio antiguos y altos e interminables. Ahí había sido un asilo de niños «Asilo de Santa María» donde vendían ¡recortes de hostias y buñuelos para fiestas decembrinas!
Daban las 12 y tocaba la campana y » La Chata» y el DeSoto ya me esperaban. Salíamos y algunos días nos dirigíamos a la calle 3 y Av 5 en esquina donde estaba la «Gasolinera de Don Gorgonio Rodríguez» para cargar gasolina.
… Y así «el Caminito de la escuela » resultaba más largo de regreso a casa… Y los libros ya no iban bajo el brazo porque quedaban abajo de «la mesa-banco» del Colegio de mi querida Maestra Lolita …
Se dice que hay huellas, pero algunas son indelebles.
¡Mi querida Maestra Lolita: gran cariño y gratitud donde quiera que esté!
… » caminito de la escuela» …