¡Despedir los «Fin de Años» en mi niñez !

Cielos muy limpios y muy azules, tierra del altiplano muy árida, clima muy frío, vientos que se siente que cortan la piel de la cara y ….de frente el majestuoso Citlaltepetl, la montaña más alta de México, con nieve perene, en su versión poblana del » Pico de Orizaba «…..ahí transcurrían las últimas horas de cada Año y también las primeras del Siguiente, éso desde que tengo uso de razón hasta mi juventud, aunque mi memoria me ayuda a recordar ¡antes de esas etapas!

Lo que no recuerdo es lo que me cuenta mi primo Vicente Cano, él con pocos años más que yo, dice que en la fuente de la casa de los abuelos descubrió un «pescado rojo grande», eran mis pantalones de pana rojos flotando dentro de la fuente, ahí estaba yo, dicen que tenía 2 años aprox. creo que ahí quedó una de mis ¡»7 vidas del gato»!

Ya dije que mi madre ( María Enriqueta ) nació en la hacienda Guadalupe localizada entre Esperanza y San Andrés Chalchicomula. El abuelo José María que después de viudo ( con hijos ) casó con la abuela Isabel ( muy jovencita) de esa unión nació mi madre, posteriormente fallece el abuelo y la abuela contrae nupcias con Agustín Ruiz trasladándose a radicar a San Andrés.

Nacen tíos y tías y con los hijos de cada uno todos hacen una gran familia.

Agustín e Isabel los educan y enseñan a ser una sola familia y a la vez nos trasladan esa enseñanza y cariño a todos los catorce tíos.
Bien recuerdo las palabras de mi querida madre sobre Don Agustin a quien se refería como su padre, quien la educó y le dio todo el cariño. Mi madre no recordaba a su padre biológico por la edad que tenía cuando falleció, yo no conocí a ninguno de mis abuelos: ni a José María, ni a Agustín.

Lo que me queda es una enorme y gran familia materna. que a la fecha nos frecuentamos, al igual que los gratos recuerdos de » los Fines de Años y Años Nuevos «.

Esto transcurría en la casa de los tíos Vicente y Tere, él venido del norte de España ( Santander ), ¡lo recuerdo tanto! siempre vistiendo con traje de casimir, con camisa de lana a cuadros, zapatos bostonianos, luego entonces, con sus mejillas rojas por los vientos fuertes y fríos del volcán, muchas de las veces con un puro en la mano, con un corazón que no le cabía en el cuerpo, siempre cariñoso conmigo.

Tía Tere no se quedaba atrás con un don divino en sus manos. Alimento que preparaba lo transformaba en un suculento platillo ¡mmmmmmmmmm!

Pues estos tíos eran los anfitriones en » Fin de Año » para la llegada de un regimiento de familia, casa grandísima, ¡como la añoro!. De paredes gruesas, puertas y contrapuertas para proteger del frío y la luz, pisos de duela y altos techos, unos de vigas y otros de cielo razo con sus respiraderas en las esquinas, pasillos interminables para llegar al baño, de niño esas distancias me parecían kilométricas. Dos grandes patios: el del frente con jardín que además de la fuente albergaba árboles frutales de la región ( durazno, membrillo, higo, manzano, ciruelo)… cuidadas plantas que luchaban por sobrevivir al clima frío, lindos rosales; es común ver heladas durante el invierno por lo que algunas veces revientan las tuberías.

Recuerdo una de las cenas de » Fin de Año» que se celebró en el patio posterior, con una parte techada pegado a la cocina, esta vez viajaron los tíos y primos » Foglio-Ruiz» desde Tijuana en una camioneta guayín. El tío Emilio ( Chimilo como recuerdo que así se refería mi madre a él ), esposo de la tía Mercedes, viajaba desde allá con un convoy de juguetes para todos los sobrinos, todos fabricados «del otro lado» ( E.U.A. ). Era de un carácter tan jovial y disfrutaba de jugar con los sobrinos: escondía $ en los árboles y jardín para que los sobrinos lo buscáramos, iba al mercado y compraba cuetes y luces de bengala ¡por costal… ¡El sueño de cualquier niño !

La tía Alicia y Apuleyo también con un regalo para cada sobrino.

Así iba llegando cada familia con algo para compartir; a mi padre normalmente le tocaba llevar la bebida y a todos nosotros, ja ! Éramos tantos que por ello no alcanzaban las camas y no existían hoteles en nuestra querida San Andrés. En casa de los abuelos cada tía improvisaban con colchones guardados en los cuartos atrás del nogal, confirmándose aquel refrán el «de rincón a rincón todo es colchón» y ¡el familión a acomodarse!.

Dadas las distancias donde vivíamos las carreteras y comunicación, había años que ésta era la única ocasión que nos veíamos con algunos tíos pero, sobretodo con los primos y era charlar y ponerse al corriente de todos los acontecimientos ocurridos.

¡Tanto que contarnos para pocos días!

A la cena todos llegaban formalmente vestidos, los hombres con traje y corbata y hasta los niños, las mujeres con elegantes vestidos, el tío Adolfo aparecía de capa, los demás con abrigos de lana, todo un acontecimiento, hoy difícil de emular. » Otros tiempos y costumbres», mesas muy largas, como niño todo parecía enorme, pero había cenas que rebasaban ¡los 50 familiares ! Imagínate ésto sucedía hace más de medio siglo.

Al final siempre había palabras, que a muchos se nos asomaban las lágrimas, gracias a los dotes del don de la palabra de alguno de la familia, era común que mi hermano Marco Antonio, mostrara sus dotes de orador y con sensibilidad, hilaba recuerdos y tocaba emociones y sentimientos.

Luego venía la hora del baile, aquí destacaban el tío Conrado, el tío Fernando y mi hermano Roberto, recuerdo el paso del rock And roll al Twists, él estudiaba en la capital y traía los pasos de moda y se le daba bien eso del baile.

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Yo solo veía y años más tarde hacía mis pininos con pasos de baile que me enseñaba mi prima Coca, con ella conviví mucho de niño, fue en San Andrés donde aprendí y perfeccioné el baile… luego en esos » Fin de Año » había que mostrar lo aprendido, todo en familia.

Recuerdo ir en auto de Córdoba ( donde vivíamos ) a San Andrés ¡transcurrían 8 horas!

Hoy una hora. ¡Imagínate !

Salíamos de Córdoba a Fortín, luego a Orizaba por la barranca de Metlac, luego Río Blanco, Nogales, Santa Rosa ( hoy Cd. Mendoza), Acultzingo, subíamos por las cumbres (carretera que se toman las curvas al revés por lo cerrado y empinado de las curvas), las famosas » Cumbres de Acultzingo «, llegando al punto más alto de nombre Puerto del Aire, a pocos kilómetros estaba el límite entre Veracruz y Puebla. Aquí jugaba yo de respirar antes del límite y no sé cuántos segundos después (por lo tanto distancia) decíamos aguantando la respiración y diciendo «ya estamos en Puebla y traigo aire de Veracruz», lógico de regreso se hacía lo mismo de Puebla a Veracruz (juegos de la edad), seguía el recorrido a Tehuacán, rara vez se hacia escala. Seguimos el peregrinar y si no se hacía escala en la ciudad de Tehuacán, se hacia en los manantiales » Tehuacán» para sacar agua de los nacimientos y continuar a Tebanco, Tecamachalco, aquí era donde normalmente nos deteníamos a comer. Era en una gasolinería, rara en su distribución alargada hacia adentro y en un costado el Restaurant que empezaba con una tiendita al frente, al fondo estaba la cocina, donde recuerdo preparaban unas ricas tortas de bistec ( hoy llamados pepitos ). Fue en este lugar donde por primera vez vi un refrigerador traga monedas que con 25 centavos obtenías la más pequeña Coca-Cola de botellín de cristal, lógico que fuera todo de color rojo, esto era en los principios de los años sesentas y seguíamos por la carretera Federal con dirección a Puebla y girábamos a la derecha en Acatzingo y en El Seco girar a la derecha nuevamente, Atenco, Aljojuca y finalmente San Andrés Chalchicomula ….. puffff ¡» que viaje»!

Todo para llegar a celebrar » El Fin de Año » con toda la familia materna.

Recuerdo tan bien la cara de mi madre al llegar a su tierra, ver a ¡todos y cada uno de sus hermanos !

¡Con ello me transmitía su emoción y me inyectaba el cariño por todo ese FAMILIÓN!.

Han fallecido muchos (incluída mi madre), pero en mi mente y corazón perduran todos los recuerdos.

Por hazares de la vida, una Noche Vieja la pasamos, Dolores y yo junto con un matrimonio de amigos ( Toño Perez + y Nora Croda ) en Budapest y cuando estábamos en la cena, pensaba y recordaba mi niñez con aquellos maravillosos » Fin de Año » en San Andrés con toda la familia materna…..

… Y como dije en el escrito de Navidades paterna … » Recordar es Vivir»

… Y sigo viviendo… ilusionado ahora por este cambio del 2014 a 2015 con la familia de Dolores, ahora también mi familia .

¡Feliz Año Nuevo! ….. 2015 !

Todo lo mejor… ¡Éxito, pero sobretodo Salud!


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