En este «mar de sin sabores» de vergonzosos escándalos, situaciones recientes y cada día más de la Política y del Sector Público (dándome «pena ajena») con el fallecimiento de Don Fernando Solana Morales (1931-2016) me provocó escribir para resaltar que ha habido personas, mexicanos decentes, honorables y comprometidas por nuestro País, en su quehacer por la Función Pública, precisamente el caso de Don Fernando.
Yo no me referiré a todos sus logros, blasones, Cargos ocupados lidereados por él, todo lo que aportó a la Educación, Finanzas, creador de Instituciones, tanto y tanto que fue su legado (de ello muchos columnistas, periodistas y analistas ya gastaron tinta resaltándolo, incluso como legislador, siendo Senador) en resumen lo catalogo como Gran Funcionario Público es por ello que deseo resaltar esas características que a mi juicio, debe tener una persona que se dedica a SERVIR…
Posteriormente, en su vida privada, ya en su Despacho otorgaba Asesoría/Consultoría en la que su hija Eugenia tomó la estafeta; parte de la faceta que a Don Fernando se le debe de reconocer como orientador de generaciones y formador de capital humano.
Es ahí donde llegó, por azares de la vida y dado su perfil, mi hijo menor Diego Alonso al egresar del ITAM.
Después de entrevistarlo Eugenia, lo hizo Don Fernando y me contaba el trato de este personaje hacia un joven recién egresado. Recuerdo lo que me platicaba casi a diario en casa, ya que vivíamos en un depto. en la colonia Condesa en aquellos años: » joven venga a ver los volcanes, vea nuestra ciudad» ( le decía), desde sus oficinas del edificio que se ubicaba al final de Reforma en esa esquina de Las Lomas, salida a Santa Fé.
» déme su punto de vista del editorial de hoy…» (después de que el mismo Don Fernando había subrayado «The Economist», «Financial Times», «El País», «Nexos», entre otras publicaciones)… a él lo que le interesaba más, el cómo se desenvolvieran sus colaboradores y no el qué.
A todos saludaba con gusto y sencillez, ésa que le permitía vivir en un lugar de tradición en la calle de Guadalquivir en la Colonia Cuauhtémoc (contrario a lo presuntuoso de muchos de «su nivel»). Me contaba mi hijo, impartía conocimiento y experiencia de vida en sus intervenciones como la que tuvo, no hace más de cinco años, al obtener el Doctorado «Honoris Causa de la UNAM»…sencillez que se proyectaba en su discurso y que el mismo diplomático Enrique Berruga refería la intención de Don Fernando de tratar en la diplomacia con quinto nivel de embajadas y aprender de ellos.
Esos son los funcionarios que, tristemente con los años, han ido desapareciendo del ámbito del Sector Público. Hoy, tan escasos, ¡qué pena!.
Uno de mis queridos amigos me decía cuando Diego Alonso trabajaba en el despacho Solana, » yo pagaría porque mi hija trabajará ahí, y aprendiera con Fernando Solana, día a día»
¡Qué fortuna tuvo mi hijo de vivir esa experiencia profesional con Don Fernando!
Me pregunto:
¿qué debe suceder en el Servicio Público para que nuestros gobernantes sigan la línea de la decencia?
porque….¡él nació en México !
Q.E.P.D. Don Fernando Solana,
Pongamos nuestra veladoras para que surjan estos personajes en el Servicio Público, que si se pudo, que si se puede…