En el 2004, después de conocer en Caracas al Secretario de la Corporación de Turismo del Estado del Amazonas, éste me invitó a viajar a su Estado y dar una conferencia que resultó muy interesante, por la audiencia, ya que asistieron gente de lugares distantes. Al terminar se acercó una pareja de cuarenta y largo de años venían de La Gran Sabana y me dijeron : «¿ como se siente ?, ¡porque se ve exhausto, en su Conferencia entregó todo, gracias por traernos sus conocimientos y experiencias, seguro los aplicaremos en nuestro cotidiano quehacer! En agradecimiento queremos darle una sesión de terapia para que se recupere». En menos de una hora yo ya estaba instalado en la cama de mi hotel y ellos listos para empezar su cometido (ambos se dedicaban al Turismo de Aventura y de manera complementaria eran Terapeutas Profesionales). Ya en la terapia a «cuatro manos» él me decía: «en el trabajo que usted hace se vacía energéticamente, y al transmitir y dar todo le resulta difícil su recuperación. Yo le recomiendo se mida, no de todo, a lo que la esposa comentó ¡NO! no puede ser así, si lo hiciera dejaría de ser él desaparecería su esencia, debe conservar ese estilo. De acuerdo dijo, sólamente trate de tener ejercicios de terapia para recuperar ¡toda la energía perdida!» Ciertamente lo había observado, pero no reflexionado a ese nivel. También había sentido que,cuando en mis seminarios o conferencias no entregaba toda la emoción, no quedaba a gusto !
¡»Cada uno es como es»!
¡Me gusta comunicar! ésto lo inicié en cuarto de primaria al empezar a «dar Catecismo» con mi muy querido Hermano La Sallista Demetrio Romano ( QEPD ) pero ese, ese es otro tema.
Después de ese viaje a Puerto Ayacucho, capital de Amazonas , fui invitado a hacer un «Estudio de Impacto del Turismo en la Selva del Amazonas» (ya que había habido una experiencia muy negativa de turistas norteamericanos y su relación con comunidades de los Indígenas Pemones).
¡Si no se cuida el manejo del turismo, deja un impacto negativo y triste!.
Se había preparado esa expedición, a la Selva, para llevarme a realizar dicho Estudio.
El motorista ( quien manejaba la barcaza ) llevaba a su pequeño hijo ( parecido a «Condorito» ) y un asistente. Iban otras dos personas del Estado, las que coordinaban el viaje .
A la lancha , subieron 2 parejas más: un matrimonio de Alemania y una de jóvenes de Caracas .
Esa barca tenía 17 mts. de largo (laaarga), en el centro llevaba un techo de palma a dos aguas. Antes de embarcar, tuve que esperar casi cuatro horas de la hora establecida debido a que era complicado conseguir el combustible para la travesía. El Río, en esa parte, es el límite entre Venezuela y Colombia para terminar en Brasil…. complicado «negociar» el combustible, por el tema de «la guerrilla».
Para trasladarnos, desde donde me recogieron, íbamos en la batea de una pick up «muy trabajada», yo iba sentado sobre una hielera grande de espaldas a la cabina de la camioneta. Con la velocidad y el aire, en un momento salieron volando mis gafas y fueron a dar a la carretera; ante la poca vista que me quedaba me percaté que uno de los vehículos que venía atrás pasaba encima de mis espejuelos y ¡los hizo trizas! (por lo que viajaría con media vista). Pasamos por varios retenes y, aunque iba personal de Gobierno, eran «fastidiosos» ¡por aquello del combustible!
¡Finalmente embarcamos después de subir gasolina, víveres y pertenencias. El motor no «arrancaba» porque las bujías estaban mojadas ! ¡Uffff pasamos otra hora más ya subidos y…. a navegar!.
En el transcurso de las horas se asomaban los «Tepuyes» ¡las elevaciones de montaños más antiguas del mundo! Mesetas en lo alto con paredes verticales que cambian de color por la antigüedad . Tepuy ( montaña en idioma Pemón ).
Navegábamos y navegábamos hasta se organizó la comida …
Dice un refrán en Cacería : «si sales tarde, llegas tarde»( muy lógico ) y empezó a oscurecer.
¡Lindo el atardecer con diferentes contrastes producidos por el agua con los verdes de la Selva!
» Condorito » caminaba sobre el borde del «bongo»/lancha, desde donde iba su padre manejando, hasta la otra punta «de proa a popa» y viceversa, lo típico de un niño ( inquieto ).
¡Yo me acomodé acostado para observar el firmamento entre la palmas del techo !
Escuchando al motorista «habla y habla» alcancé a oír:
» yo este Río me lo conozco como «la palma de mi mano de día y de noche».
No habían transcurrido ni 5 minutos cuando la «embarcación hizo agua». Se volteó debido a unas lajas enormes (piedras de 200 mts. o más) que, por la temporada «de secas» y al bajar el nivel del agua, surgen en el Río.. ¡Y A NADAR! . La embarcación de madera» flotaba de lado, como también un tanque de combustible cerrado , hieleras, las pertenencias de cada uno, por ahí unos tenis, tomates y cebollas.
¡El motor ( grande ) fue a dar sobre la laja!
¡Todos a movilizarnos y a salvar lo más que podíamos ! Con la luz suficiente de la Luna. Entre nadar y subir lo que traíamos sobre la enorme laja, » un trepon».
Al acercarme al motorista que trataba de «echar a andar» el motor, percibí el olor a alcohol. Su asistente, molesto, me comentó que el hombre traía en su estómago y cabeza: ¡dos litros de aguardiente anisado! De ahí que, aunque «se conociera el Río como la palma de su mano» las «facultades» …¡bueno ! Durante la larga travesía fue ingiriendo el alcohol sin que nosotros nos percatáramos.
Cerca del accidente estaba una Comunidad que nos vio y acudieron a ayudarnos, esto parece increíble como cuando uno transita por la carretera nunca se ve gente, pero basta que suceda un incidente, cuando aparece gente que nunca sabe uno de donde surgen, pues en lo más recóndito de la selva aparecieron en canoas. Afortunadamente había algunos que hablaban español y me pudieron decir, muy «quitados de la pena» : «aquí por las mañanas en esta época se asolean los caimanes»
¡Uuuuy! en ese momento me «puse nervioso» y vi más allá de lo que había acontecido. Nos llevaron en unas pequeñas y muy rústicas canoas locales a una Comunidad.
¡Todo estaba mojado! y en medio de la noche, intentando sacar la ropa para orearla; las toallas previstas también mojadas, el asistente hacía las veces de cocinero ( muy rico sazón ): había pescado del Río….y ¡a cenar ! y después de la larga jornada ¡a dormir! (lógico con ropa húmeda). Ahí las camas no se conocen; había que preparar «el chinchorro» nombre que le dan a la hamaca, por aquellas latitudes, en el País donde naciera ¡»el libertador» Simon Bolívar!
Anteriormente ya había pasado toda una noche allá, donde no había podido dormir por no saber como utilizarla y sentirme fatal al día siguiente encorvado por lo que, para esta ocasión, ya tenía la experiencia y el aprendizaje…(simplemente dormir transversal al tejido). A la mañana siguiente los alemanes contaban su «novatada» y ¡mojados! «para acabarla de amolar».
A desayunar «arepas» en medio de la selva, empacar y como el motor, que «había tomado un baño» la noche anterior, no podía funcionar fueron los indígenas de la Comunidad quienes nos trasladaron en dos canoas medianas: en una iban las dos parejas y en la de atrás iba yo con mis dos acompañantes.
En esta etapa de la travesía fui interrogado sobre uno de mis temas preferidos «el Turismo»; con ello pasaron quizá más de tres horas.
Al llegar a un punto programado seguíamos hablando cuando empezó la lluvia. Una de las acompañantes salió corriendo, para no mojarse otra vez, en medio del piso ya resbaloso de la canoa; al tratar de meterse a una de las «churuatas» (especie de choza muy particular con techo bajo de palma) agachándose, pero no lo suficiente, se escuchó un grito muy fuerte por lo que su compañera salió, también, corriendo tras ella y entrando a la choza en forma similar, se escucho entonces el grito de la segunda. Como pude me bajé de la canoa tratando de ayudarlas.
Ambas, en su momento, habían chocado con la nariz en una media caña de bambú transversal que quedaba como una cuchilla a lo largo de la «churuata». Las dos sangrando y con la nariz rota; gritos de la desesperación que da el golpearse la cara una mujer y sentir dañado su rostro. El joven venezolano se encargó de auxiliar a una de ellas y yo a la otra. El alemán sacó de su botiquín un líquido con el efecto de «una curita o bandita» para tapar y detener la hemorragia. Recuerdo como una de ellas que vestía pantalón blanco lo tenía ya todo manchado de sangre, un cuadro que no sólo era alarmante sino impresionante sobretodo por el estado emocional en que se encontraban ellas.
Una vez pasada esta escena nos trasladamos a las churuatas altas y grandes donde eran la zona de las hamacas, contigua estaba la de cocina y comedor.
Se preparó un té analgésicos para los fuertes dolores, los indígenas fueron hasta el «Consejo de Ancianos» para contarles lo sucedido y que los orientaran, iba a hablar «la voz de la experiencia». Mientras las accidentadas estaban en las hamacas descansando, «Condorito» jugaba con el balón, rebotándolo sobre un firme de tierra, una de ellas le pedía que guardara silencio, no soportaban el ruido del rebote de la pelota, un ambiente complicado. Regresaron con el «veredicto» del Consejo. El alemán, como no sabía español, quedó de guardia; fuimos el venezolano y yo. Había un traductor de la lengua Pemona al Castellano, nos ofrecieron unos puros muy largos para entrar en su ambiente (a la fecha guardo uno de esos puros).
Mandaron cortar esos medios bambúes ( como navajas ), recortar las barbas de las Palmas y que estuviéramos en reposo todo el día como muestra de respeto a la «Madre Naturaleza». Así se cumplió: en silencio pasamos el resto del día, pero, ¡comimos!
Después de esto me hizo reflexionar como estas culturas indígenas respetan la experiencia acomulada en las comunidades y en las culturas de la seudo civilización, rechaza a los adultos mayores ( viejos) se les ignora y se trata de «inventar el agua tibia».
¿ Avance o retroceso de la modernidad ?
El asistente/cocinero, se había metido al río y capturando unos peces (¡muy ricos! ) ya en el plato los acompañaban unas «papas a la francesa», las lastimadas seguían dentro de las hamacas y digo dentro porque tenían encima «unos mosquiteros».
Al estar comiendo las papas pasaba una botella de «catsup» y se le ponía a los alemanes; él la retiraba. Ésto se repitió en otra sentada a comer,entonces el alemán respondió con dos palabras : » NO Gringos» y retiró nuevamente la botella de catsup… quiso aclarar que esa salsa no era para ellos. Llegó la tarde y con ella «los moscos», mientras «el astro rey» se iba a dormir, esos malvados «hicieron de la suyas». Por indicaciones de los Ancianos no había música ni ninguna actividad diferente entonces, a meterse en el chinchorro y escuchar los lamentos de las heridas; todas las hamacas estaban acomodadas en batería bajo de esa «palpa» y ¡abierta! ( descubierta de los cuatro costados).
Corrijo si teníamos música: los sonidos de la naturaleza del agua corriendo en el Río y, ya por la media noche, se asomaba un foco ( la Luna). Al levantarme, por una necesidad, ¡era un espectáculo ver la sombra de un famoso Tepui frente a donde nos encontrábamos, cuya peculiaridad era tener una perforación en medio de la montaña! Cuentan que un intrépido piloto la cruzó en una avioneta, ¡verdaderamente sorprendente estar ahí e imaginárselo!… anécdota real o exagerada por lo inverosímil que parezca.
Esas vistas a media luz, solo por la luz de luna y el reflejo en el agua del río. Un verdadero espectáculo de la naturaleza.
Esto ha quedado grabado en mi mente y como si lo hubiera vivido, ayer.
Estando en un brazo, no tan pequeño, del «Gran Orinoco», que se caracterizaba por su agua cobrizada debido a la cantidad de metal que contiene el Río, amaneció ¡todo un espectáculo en el corazón de la Selva Amazónica!.
Con los acontecimientos civiles y gubernamentales venezolanos el Plan del Estudio no se pudo llevar a cabo como estaba planeado, pero guardo, como un tesoro, la inolvidable experiencia de lo vivido.
Al día siguiente tuve interlocución con esa Comunidad además de haber visitado dos, la mañana del primer día.
Las conclusiones que reporté en «el Estudio del Impacto en el Turismo en la Selva del Amazonas» fueron, como comenté, muy penosas y tristes (sobre este Estudio queda constancia impresa y en cuanto al material considero el poder darlo a conocer para no caer en una falta de profesionalismo).
Años atrás el Gobierno había ido a las Comunidades indígenas en la selva y les habían construído pequeñas cabañas de mampostería.
A ellos no les gustaron y las utilizaban como bodegas o las abandonaban, se iban atrás de estas construcciones y se instalaban en sus «churuatas» de materiales locales y más frescos.
¡Todo un fracaso ese proyecto de querer «modernizar» a las comunidades indígenas!
En fin se obtuvo información y se reportó lo más importante en el impacto y daño a las comunidades.
Debo incluir, también, otra calamidad ocurrida en nuestra expedición: ¡el ataque de los moscos! ( «chaquistes» como se les nombra en algunas regiones de México ) las piernas de todos estaban llenas de puntos negros de los insectos incrustados, el alemán y el joven venezolano fueron quienes más lo sufrieron. Con la flema alemana (si así se le puede llamar) él se rascaba las piernas tallándose en los troncos de la «churuata» tenía, verdaderamente, la carne viva. El joven venezolano convenció a «Condorito para que éste con las espinas de una planta le fuera sacando los puntos negros de la piel de piernas y pies manteniéndolas a la orilla del Río para refrescarse, mientras el alemán sumergía sus extremidades inferirores dentro del agua del Río.
¡Nunca antes había yo visto algo igual!.
Debíamos emprender el regreso a las Capital Amazónica.
Ya en la embarcación original el motor iba lento al principio , pero fue tomando ritmo y leguas al paso de las horas.
En un punto que se une el brazo del río al caudal del río principal cambia de color el agua que de cada uno traer en su corriente y es muy interesante ver los contrastes.
Días después que regresamos a la capitalizar amazónica y que se habían atendido y hecho los estudios pertinentes, me enteré que una de ella había tenido tres fracturas en la nariz afectada.
Aunque sabía y había escuchado muchas historias sobre el «Orinoco» no imaginé navegarlo y vivir, en carne propia, lo que anteriormente conté, además de estar escribiendo esta narración 12 años después.
Así mismo conservo como recuerdo de toda esta expedición objetos elaborados por los Pemones, una de las culturas indígenas más populares en aquel maravilloso País que emancipó el General Bolívar y siglos después «unos iluminados» retrasaron el reloj en la Historia, hasta el día de hoy!
«Más cuesta mantener el equilibrio de la libertad que soportar el peso de la tiranía» Simón Bolívar.