Italia ...”al sur de la bota” (Italia Primera Parte)

Italia …”al sur de la bota” (Italia Primera Parte)

Como dije salimos de la Isla de Corfú, Grecia en un “Crucero” por el “Mar Adriático”, navegando al lado de las costas de “Albania”, hasta llegar al “Puerto de Bríndisi” ubicado (para dar una idea)
en “el tacón de la Bota”
que, recordarán,
es la forma de “Italia”.

Ese sería el primer día
(de las casi dos semanas)
que permaneceríamos en este País que ha ocupado por varios años el 4to. lugar en “Turismo” a nivel mundial.

La mayoría de los pasajeros que bajamos del “Crucero” era con el propósito de tomar trenes hacia el centro y norte de Italia. Nosotros íbamos al sur, bordeando el Mediterráneo, con dirección a Nápoles vía Bari.

En Bríndisi “El Embarcadero” estaba lejos de “la Estación de Ferrocarril”; era curioso ver a aquel “mar de personas” (en su mayoría jóvenes) caminar hacia la “Terminal”. Unos más aprisa que otros pero al final todos “Gastamos Zapatos”, dándonos con ello una idea de cómo era aquella Bahía.

¡Menuda caminata nos echamos!
¡Uuufff!

Llegamos a la estación sin “el bendito” “EuroRail-Pass” ya que (transcurridos los 30 días de vigencia) había vencido en Zurich, por lo que adquirimos ahí mismo un boleto clase económica a Nápoles.

Como relaté era común entablar conversación con compañeros de viaje que coincidían tanto con nuestra forma de viajar, como con el destino que planeábamos visitar. En esta ocasión fue una joven nórdica la que, después de conocer nuestro itinerario inmediato y preguntarnos si no teníamos objeción de que nos acompañara, adquirió su boleto de tren rumbo a
“La Cuna de la Cultura Popular Italiana/ Nápoles”
y se nos unió.

Cuando subimos al tren nos percatamos que nuestro lugar se encontraba en el último vagón con los asientos de madera rígidos y ahí nos acomodamos (parecía un tren “del viejo oeste”).

Pasadas las horas vimos cómo los jóvenes viajeros empezaron a moverse hacia los furgones de adelante. Nosotros tres “ni tardos ni perezosos” hicimos lo mismo. Encontramos suficiente espacio y cada uno se ubicó en un camarote independiente y a dormir hasta que nos despertó el “boletero” quien al percatarse que nuestro pasaje no pertenecía a ese sitio entre señas y palabras casi incomprensibles nos indicó que nos fuéramos al “carro” que nos correspondía. Así que en plena y oscura noche solo alumbrados por las lánguidas luces de las lámparas de los “controladores” entre la grava del camino de tierra y piedritas, recorrimos casi corriendo con nuestro equipaje a cuestas, cerciorándonos de no olvidar “la bolsa lonchera”,
(A quién si perdimos de momento fue a la compañera cuyo nombre, extraño para mí, no recuerdo) …aproximadamente 10 vagones hasta alcanzar el puesto al que inicialmente llegamos, volviéndonos a colocar en nuestros ya descritos rectos e incómodos asientos.

“Nos duró muy poco el gusto”!!!
“Auch”!!!

Transcurridas las horas despertamos en una ciudad que resultó muy atractiva:
“Nápoles”
en napolitano “Napule”;
además de aparecer nuevamente en escena
la compañera nórdica.

En “Información Turística” conseguimos una modesta pensión. Después de dormir un poco para recuperar toda la “mala noche” que habíamos pasado,
…salimos a “Gastar Zapatos”,
cambiar monedas a “liras italianas” y conocer este “Puerto” (“Porto di Napoli” en italiano) “uno de los puertos más grandes de la cuenca del Mar Mediterráneo; muy cercano y de fácil acceso al bello
“Centro Histórico”.
(“Patrimonio de la Humanidad de la Unesco”.)

“La intensa vida cultural de esta “Capital del Arte” se desarrolla también, además de en los museos como el MADRE, en los cafés y en los locales que se llenan de vida incluso por la noche, cuando Nápoles se convierte en la población de los estudiantes, de los músicos, de la pizza y de las buenas compañías…”

Lo primero que hicimos fue ir al “Casco Antiguo” ubicado en torno a una estrecha, recta y cargada de encanto “Spaccanapoli”, una de las principales calles de la ciudad. Este “barrio” es todo un estereotipo napolitano, con su laberinto de palacios , edificios religiosos y “Plazas” pequeñas (y como expliqué) muy animadas hasta altas horas de la noche, el mejor lugar para experimentar los sabores y la atmósfera de Nápoles.

Entre otros tópicos “me llamó la atención” la voz potente del “napolitano”;
(aunque habíamos escuchado a los “griegos que también tienen su “vozarrón”)
que se distingue de los pobladores del norte de Europa y más aún de los ciudadanos del “Reino Unido” (he platicado mucho a cerca de nuestra estancia allí) donde bajan moderadamente la intensidad de los “decibelios” al hablar.

¡Italianos gesticulando con las manos y hablando con energía y volumen, toda una explosión latina!

“A estas alturas” del viaje ya estábamos muy acostumbrados a “Gastar Zapatos” prácticamente todo el día.
Luego nos dirigimos a la gran “Place de Plebiscito”, rodeada de majestuosos “Palazzi” (mansiones elegantes) como el “Palacio de la Prefectura” y el “Salerno”. Ahí también se localiza el famoso “Gran Caffè Gambrinus”.

En otra “Cafetería” probamos una de las bebidas favoritas de los lugareños:
“El café Ristretto”.

Al siguiente día tomamos (los tres) el tren para ir a “Pompeya”:
(vasto parque arqueológico situado a 25 kms. de Nápoles):
“…fue una ciudad romana desarrollada y sofisticada que quedó enterrada bajo metros de cenizas y piedra pómez, después de una catastrófica erupción del “Monte Vesubio”…”
“Una atracción emblemática declarada “Patrimonio de la Humanidad por la Unesco”.
Conserva sus calles, casas, tabernas, templos y demás edificios, tal y como sus habitantes y la furia del volcán los dejaron en el siglo I…”.

“Gastamos Zapatos”
¡entre toda clase de vestigios, inclusive personas que quedaron petrificadas!

Regresamos a tomar el tren para ir a Sorento, ahí compramos una garrafa de vino blanco, pan y salami.

Llegamos a un lugar mágico con unas vistas hermosas, (ello me recordó a mis hermanos mayores quienes ponían los discos de cantantes famosos italianos como:
Emilio Pericoli – “AL DI LA” («Más allá»),
Domenico Modugno –
“Volare», etc., etc.

“Sorento alcanzó su cumbre durante el siglo XIX cuando nació y se consolidó el turismo de esta localidad gracias al denominado «Gran Tour»: viaje que todos los jóvenes nobles europeos de aquella época efectuaban para completar su formación cultural, histórica y literaria.

Fue la época cuando construyeron los primeros grandes hoteles, que todavía estaban presentes.
(todos esos detalles pasaron por mi mente).

…pues desde aquel “mirador” nos dispusimos extasiados con la vista a compartir tanto la comida como la botella de vino.

No se nos (a Octavio y a mi) olvida un detalle de falta de higiene bucal que tuvimos con la acompañante;
el que provocó dejáramos de pasarnos la botella, (desperdiciándose por éso más de la mitad del contenido…!).

“Es imprescindible usar hilo dental para que nada quede entre los dientes”…

¡…por un momento hasta el encanto de los recuerdos de Sorento se desvanecieron!

Regresamos a Nápoles para al otro día tomar una pequeña embarcación turística hacia la Isla de Capri. El “guía” nos dirigía con una revista enrollada (simulando un “puntero”).

Ahí ya no fue con nosotros la joven nórdica, tomamos rutas diferentes. Alcancé a ver dentro de sus pertenencias la garrafa de vino, de enojosa memoria.

Encontramos el Mar algo “picado”; bajándonos “Gastamos Zapatos” por la escarpada cuesta para ir al centro de Capri; admirando desde lo alto el mar que rodeaba la Isla. Ahí está otra parte de la Isla de nombre Anacapri, el municipio con más belleza natural de la Isla. Si no mal recuerdo nos metimos a un pequeño restaurante donde comimos y bebimos una rica copa de vino.

Luego con el clásico cuento de que “la cereza del recorrido” era visitar la “Grotta Azzurra”… “la Gruta Azul, tomamos “la extensión”:
“…se trata de una notable “cueva marina”; lo divertido es que se entra acostado.
Muy conocida por el intenso y fluorescente color azul que se puede ver en su interior y que se refleja hasta sus paredes y el techo.
¡Muy linda experiencia!
Regresamos en la embarcación al “Puerto de Napoli”.

Esa noche salimos a vivir el ambiente de Nápoles para al siguiente día abordar el tren que nos llevaría a la Capital de Italia.

«Yo no soy de Italia, yo soy de Nápoles»
Sofía Loren

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