Recuerdo de niño cuando mi cuñado Joaquín de la Vega Penagos trabajaba en
“Ca-Penagos” (”Casa Penagos”) en Córdoba, a principios de los años 60’s y coleccionaba las cajitas de cerillos “Clásicos La Central «.
(“..En el extenso mundo de las cosas pequeñas, los cerillos tienen su rincón especial. Y los
“Cerillos la Central” el lugar de honor en la filumeina mexicana…”)
..con el fin de “completar” con ellas “un álbum” y luego cambiarlo por una réplica de alguna pintura plasmada en un lienzo montado en elegante marco. Me parece que mi hermana María del Carmen
(Maruca, su viuda)
lo conserva.
(“La Central fue la primera cerillera en México. El inolvidable tren de la portada y el nombre lo tomaron de la “Estación Central de Ferrocarriles” en la ciudad de Veracruz, porque la fábrica estaba muy cerca, pero luego abrieron una sucursal en la Ciudad de México y su éxito fue tan grande que cerraron la primera fábrica…”)
Cómo digo, a Joaquín le gustaban tanto los paisajes mexicanos que adornaban el anverso de las citadas cajitas, así como los calendarios también con esas pinturas, que las llevaba como recuerdos a familiares y amigos cuando visitaba su tierra natal Santander
(“Ontoria” Mpio. de “Cabezón de la Sal”).
“…Eran ilustraciones y pinturas de un alto grado de calidad.
Más allá de las galerías o de los museos, uno de los mejores medios para difundir el ingenio mexicano en el siglo XX fueron las cajas de cerillos “La Central”;
122 artistas plasmaron varias de sus piezas, entre ellos:
Jesús Enrique Emilio de la Helguera Espinoza,
nacido en Chihuahua, Chih en mayo de 1910.
Muchos años después, cuando estuve en tierras españolas y tuve la fortuna de visitar a familiares y amigos de Joaquín (+) me comentaron cuánto les gustaban aquellos obsequios tan originales y mexicanos que les daba mi cuñado.
(“…De la vida de Jesús Helguera se conoce poco, pues siendo aún muy pequeño su familia se trasladó a la Capital del País, dos años después a Córdoba, Veracruz, para emigrar a España cuando tenía apróx. cinco años de edad.
Estudió pintura y obtuvo importantes premios y reconocimientos en aquel País.
Se casó con Julia González Llanos, natural de Madrid, España y tuvo dos hijos. Después del estallamiento de la “Guerra Civil Española” la familia Helguera regresó a México y se estableció nuevamente en el Estado de Veracruz. Disfrutó de la diversidad del paisaje, los ríos, lagos y montañas. Se dio tiempo para leer y aprender sobre la historia mexicana. Tenía una fascinación por la mitología azteca, sin dejar de plasmar panorámicas relacionadas con la Península Ibérica logrando con ello un especial sincretismo cultural mexicano.
En muchas de sus emblemáticas pinturas Jesús seleccionó a una bella modelo: su esposa Julia, portando atuendos tradicionales de una mujer del medio rural con un rebozo y
en otros momentos en un vibrante vestido folklórico como una hermosa mujer mexicana:
es el caso de «La Leyenda de los Volcanes».
El maestro Helguera trabajó como artista de la “Cigarrera La Moderna, S.A. de C.V.”,
empresa regiomontana que realizaba (en la imprenta de don Santiago Galas)
los famosos calendarios anuales que tanta fama cobraron durante el México de los cuarenta y los cincuenta.
Se dice que en Parral, Chih, está su “casa-museo” donde se exhiben algunos o todos los cuadros que pintó hasta su muerte en 1971…”
Datos sobresalientes de su biografía se relatan en el interesante video anexo donde resalta su forma de plasmar, principalmente, la mexicanidad en cuadros, almanaques o caja de fósforos siempre cargada de un gran esplendor y romanticismo.
¿Quién (décadas pasadas) no tuvo un Jesús Helguera en su casa?
Obras que había en hogares mexicanos pero que, como comenté, trascendieron fronteras.
Curiosamente hace pocos meses cuando estuvimos en San Andrés, Chalchicomula en casa de mi querido y recientemente fallecido tío Fernando, pude ver una pintura de Helguera.
El tío Fernando
(como narré en el escrito “post mortem” dedicado a él)
gustaba y tenía gran facilidad para pintar utilizando mucho colorido en sus cuadros.
Tal vez por ello le agradaban las pinturas del “pintor e ilustrador” chihuahuense Helguera.
Hace dos años caminando por el “Palacio Municipal de Xalapa” encontré un vendedor ambulante ofreciendo calendarios del año que iniciaba (fue en enero) con reproducciones del maestro Helguera, situación que me recordó una vez más a mi cuñado Joaquín.
“…Jesús nunca se creyó un gran artista, pero su trabajo no era ni por mucho simple. Y esa utopía de la belleza nacional creó escuela y enalteció memoria de formas, usos y héroes. Sigue siendo en muchos modos parte de México, donde la agria realidad aún no colapsa los colores de esos sueños.”
Criollo y Caballero