…nuevamente tomamos el tren para ir apreciando el trayecto desde el “Tirol Austriaco”, con sus exuberantes y bellos paisajes que rebasaron todas nuestras expectativas, hasta atravesar el pequeño (160 kilómetro cuadrados) e idílico País de Liechtenstein que limita con Suiza y Austria.
(“…está encajado entre una orilla del “Rin” que lo separa de Suiza y el comienzo de los “Alpes Austriacos”…”)
Nación independiente y soberana que no forma parte de la “Unión Europea”, siendo un “Principado” con gobierno de Monarquía Constitucional que en alemán se denomina:
“Fürstentum Liechtenstein”.
Es un Territorio de “espacio libre de circulación”
(por el que puede transitar toda persona que haya entrado regularmente a través de una frontera exterior o que resida allí).
Su moneda es el “Franco Suizo” y el idioma oficial es el “alemán”.
La Capital es la Ciudad de Vaduz, el corazón de la vida económica y cultural del pequeño Estado.
El ferrocarril en muy poco tiempo cruzó Liechtenstein pero en Vaduz se sintieron unos movimientos raros de los vagones y después de las maniobras pertinentes finalmente, desconcertados continuamos en sentido contrario; (como si fuéramos “de reversa”).
Nunca supimos el origen de tal variación, ya que no hubo la oportunidad de bajarnos ó de preguntar qué había sucedido.
El tren continuó con destino a Zurich; así fue nuestro paso por este pequeño País con (en ese momento) 171 años de ser Independiente.
El recorrido era de Innsbruck, Austria a Zurich, Suiza.
(…en el “Gastando Zapatos” por Londres recordarán adquirimos el boleto “charter” en una ”Agencia de Viajes para Estudiantes”).
Entramos por tercera vez a Suiza, al caer la tarde, para abordar el avión con destino a Atenas, Grecia.
Observé en los pasajeros las características que teníamos en común:
-La totalidad éramos jóvenes, con maletas y mochilas similares.
-Aunque no existían oficialmente
“las aerolíneas de bajo precio” o
“aerolíneas low-cost”
estos vuelos “charters” fueron los precursores para los trayectos que hoy
(casi medio siglo después)
proliferan no solo entre jóvenes estudiantes, sino para gran parte de viajeros frecuentes por aire.
En ese avión viajábamos nosotros, por primera vez, hacia la Europa Meridional específicamente a las
“Tierras del Peloponeso”
“..Ese País que tiene la forma de una enorme mano, con penínsulas que se extienden como dedos dentro del mar…”,
el que me llamaba mucho la atención cuando estudié “Geografía Universal” en sexto de primaria al igual que Italia con forma similar a una bota,
los dos bañados por el
mítico Mediterráneo.
“Me gusta el Mediterráneo porque para mí es navegar por la historia. Echas el ancla a la vista de un templo romano, buceas junto a un fragmento de ánfora fenicia, los dioses viven por aquí, se pueden ver esos atardeceres homéricos… es la felicidad”
