Doña María Enriqueta Martínez Cid de Léon
Ésa era el nombre de mi Madre.
Existe un refrán que reza :
» todo pasa….. «
… lo que nunca pasarán son los recuerdos de quién te albergó 7-8-9 meses, esperándote, cuidando lo que comía para después tu comieras, día a día, paso a paso, pensando en:
¿quién llegará?
Preguntándose:
¿a quién llevo dentro ?,
¿quién está formándose ?
¿qué nombre le pondre-mos ?(mismo que me ha acompañado desde 1953),
protegiéndote celosamente, luchando por la vida, fuerte como un roble y más fuerte en sus convicciones, principios y valores… Y fui el último que procreó.
Llegué dentro de una familia grande ( a la usanza ), respiré, abrí los ojos, más tarde empecé a gatear en esa alfombra enorme de la sala de casa ( calle 6 no. 105 ) en Córdoba Veracruz, recuerdo la enorme cuna, junto a la cama del Güero y Queta, ahí estaba un tanque alto verde que me suministraba el oxígeno en mis ataques de asma, si recuerdo algo de esas pesadillas, pero hoy me imagino la preocupación de mi madre por que no me ahogara al cerrarse los pulmones al no respirar,
Cuentan mis hermanos que escuchaban decir a mi Madre : «Güero El Niño está muy mal» y no importando la hora, salían los dos con mi hermana Enriqueta y/o Maruca a Tehuacán, Puebla, porque ahí el clima resolvía la crisis asmática.
Noches en vela que vivió cuidándome, fuerte ante los embates de la salud, recuerdo noche y día sentado en la cama, rodeado de almohadas (porque acostado no podía respirar) y ella cuidándome, no sólo compartiendo mi sufrimiento sino cargando con el pesar, protegiéndome en todo momento para que no me hicieran daño: la sal de las palomitas, lo frío de los helados, «x», «y» ó «z» alimento, cortaba unas telas de seda y cosía a mano unas camisetas (porque ésas me eran mejor para » el pechito «)… Grabadas en mi mente frases como : «no te sientes ahí porque está frío el cemento», «no te sientes ahí porque te va a dar el «chiflón», siempre abrigado y para ello siempre cargaba un suéter para mí.
Años más tarde, Al caer la tarde de algunos días, me ponía la tina ( bañera) con agua caliente y preparaba todo para el baño, yo llevaba juguetes para que ahí se celebrara » la guerra de soldados contra indios», otro día llevaba unos muñequitos de un circo, otro una lancha para la travesía del mar ( la tina ), y daba sus vueltas mi madre para ver » cómo iba «. Algunas tardes Doña Enriqueta se sentaba a coser, siempre, recuerdo, había algo pendiente, pero como nó ¡con tantos hijos !; ahí junto a su máquina de Singer me sentaba y me daba una aguja para enhebrarla, otras veces se daba tiempo para enseñarme a zurcir los calcetines, recuerdo «el huevo» que le daba forma al calcetín ….. Me pregunto: ¿éso existe hoy en día ? porque yo ya no los he visto. Otros días también la acompañaba en la cocina a que la masa se estirara en una olla de barro para hacer los buñuelos de rodilla, me pedía que consiguiera un 20 ( moneda de cobre) que se le ponía al aceite, esa moneda también se ponía para los hongos silvestres que traía de su tierra natal durante el tiempo de lluvias y con ello ver que no fueran venenosos.
Con ella aprendí la cocina que hoy es una de mis distracciones » inventar platillos, sabores».
Recuerdo el primer día que fui tomado de su mano al kínder ( «La Cantonal»), siempre en la calle me decía: «al rincón»; años más tarde me decía : «siempre dar la «acera» a las damas y personas mayores». Más adelante la acompañaba al mercado y ayudarle con la canasta.
Ella fue quién se empeñó que estudiáramos música.
En la sala de casa había un piano negro de media cola, y yo no fui la excepción para estudiarlo ( con solfeo ), recuerdo al Profesor Alegre (de apellido) muy formal hasta en su vestir, llegaba siempre trajeado sin faltar el chaleco de la misma tela algunas veces con moño ( pajarita ) en lugar de corbata, su varita para seguir el compás de «los tiempos»…
mi madre pendiente siempre de las clases y de que ensayáramos durante la semana; ese piano se debía a que ella lo sabía tocar, aunque nunca lo practicaba cuando estaba alguien en casa, cuando se descuidaba llegué a escucharla, sacar sus libros para leer las notas de música clásica … ¡Ah otra faceta no muy conocida de ella!
También recuerdo su energía y firmeza para educarme; fueron cucharas de palo que dejaba caer en mi espalda por no querer comer las calabazas, un coscorrón para corregirme, no se si aprendi, pero se lo agradezco.
Me enseñó a aprender a vivir con lo que había en casa, cuando hubo o cuando no hubo…..¡Formación ! ¡Qué importante es la figura paterna ( de esa hablaré otra vez ) pero la materna es determinante en un País de Matriarcado, donde la Madre Guadalupana, soporta una Nación.
Tengo lacradas las palabras de mi mami durante un temblor en el que cayó el espejo grandísimo y antiguo que colgaba en la pared del descanso de las escaleras, le vi rodar lágrimas en sus mejillas, porque en el piso quedaban los rastros de añoranza de lo que le había heredado su madre en vida para conservarlo, recuerdo lo que le costo levantar lo que para ella era la memoria de su madre hecha añicos, sus palabras en todo momento que decía : » ya va a pasar, ya va ha pasar » y yo sujetado a su vestido por mis poquitos años de vida, esas palabras las recordé en el terremoto de la Ciudad de México ( 1985) ya casado y con un hijo, yo hecho un hambre, en plano temblor vinieron a mi mente las palabras de mi protectora de aquellos años cuando era niño… ¡ ya va ha pasar !
Hoy me pregunto serían iguales los pensamientos de ella por su madre y las lágrimas que de repente se asoman en mi cara al recordarla a mis más de 62 años y después de 26 años que partió, vivencias que no se olvidan, que no pasan, que quedan lacradas.
Ahora me cuida desde allá arriba a mí y a todos los hermanos que seguimos en la lucha por aquí, a cada uno de ellos y su familia, cada uno podrá escribir su propia historia de los cuidados para sacarnos como hombres y mujeres de provecho.
Recientemente me decía con todo orgullo mi hermano Juan José ( 80 años ): «pude recibirme únicamente por el gran esfuerzo de nuestra madre, luchando contra muchas adversidades». Así cada uno podría mencionar lo que vivieron con Doña Enriqueta, dijera mi hermano Marco Antonio, cada uno con sus ¡»cadaunadas» !
Pasa la vida se hace uno mayor y con los años valora uno a ese personaje único, inigualable.
No hay comparación de nada con esas cinco letras : ¡MADRE ! Palabra hermosa…
No hay luz que brille más que una MADRE …
Compartimos el dolor pero también las alegrías …
Siempre incansable, siempre en la lucha, nunca fue tarde para apoyarme, para aconsejarme, para enseñarme el camino de la FE, me decía :
«siempre que te sientas débil y pases los momentos más difíciles de tu vida, acógete al Señor, ¡solo ÉL!
Recién supe que a una persona que trabajaba en casa, en una visita que le hizo cuando ya no colaboraba, mi madre le regaló una imagen de la Virgen. Ella era protestante y en sus siguientes visitas ya se había convertido al Catolicismo.
Después de su fallecimiento me fui enterando, en Córdoba, por algunas de sus amigas y gente desconocida para mí, de todo lo que les ayudaba en silencio, sin que nos enteráramos,
¡qué más ejemplo me podía dejar… » dar sin alardear»!.
Paso a paso con su amor … ,
¡Qué difícil es la vida, pero qué linda puede ser con los recuerdos de esa MADRE…!
Hoy conoces un poco más de mi madre.
A ti, te Invito a recordar, y que cada uno, recuerde la suya y todo lo el bien que de ella recibió.
¡Bendito el Creador!.
Desde que partió siempre siento que me acompaña sobretodo cuando camino por el mundo, porque sé que está ahí, aunque se haya adelantado.
Gracias, por haberme traído a este mundo.
¡Mi querida María Enriqueta, algún día te volveré a ver…
¡Sé que me esperas, amada MADRE !.
Pd… Estas líneas fueron escritas dentro de un avión en Enero del 2015.