Era Noviembre del 2001, estábamos Javier Vega C. y yo afuera del lobby del «Hotel Caesar Park» en Buenos Aires, Argentina.
¿Viste, ya viste?
¡Me preguntó!
¿De qué me hablas ?: dije
¡Mira, niños jugando en la calle!
¿Qué tiene de raro?…(yo seguía sin entender)
Éso en la ciudad de México ya no se ve Luis Eduardo; mis hijos no salen a la calle si no van con un adulto y «de la mano» (fue cuando me empezó «a caer el veinte»)….
es que él y su familia vivía en «la gran urbe»,
mientras que la mía vivía en Xalapa….(«en la provincia»)
Entonces, una gran diferencia de seguridad para los niños.
Yo me había criado en mi natal Córdoba donde recuerdo que la puerta principal permanecía abierta durante el día; los coches se dejaban con las ventanillas abiertas, sus «cristales» se cerraban por la noche o cuando llovía.
Mi padre contaba que a principio del siglo pasado la gente en este País podía dormir en la calle con sus pertenencias y «no les pasaba nada», es más contaba que circulaban monedas de oro y plata y con ellas al lado podían estar tranquilamente.
Yo recuerdo que la calle era un espacio propicio para jugar: fútbol, béisbol, cualquier deporte o como lugar de convivencia en la cuadra, la colonia o en el barrio.
Aunque cuando mis hijos fueron pequeños cambió ese panorama, todavía había seguridad de que jugaran (como aquellos niños argentinos) libres en los parques, jardines o incluso en las calles «cerradas»; correr, entrar a «la tiendita de dulces y refrescos» , se escondían entre los coches, iban y venían.
Esa diferencia era lo que extrañaba a Javier.
A ésto es lo que llamo :
«Niños intramuros ( adentro de casa), niños extramuros ( fuera de casa)
«seguridad e inseguridad ciudadana para los niños»
Niños «sueltos» jugando libremente con sol o lluvia: a «las canicas», «balero», «trompo», «carretón» , «cuerda», «burro 16», «burro castigado», «avión», «encantados», «cinturón escondido», «volar papalotes», «bicicleta», «patines», etc., etc.,…
¿Hoy ?
¡Hoy cuando se quedan las nietas con nosotros y salimos con ellas saben que no se pueden separar, que no pueden «soltarse» de la mano de Dolores ( la abuela ) o de la mía.
¿Qué ha sucedido aquí, allá y en el mundo entero, para que los pequeños se conviertan en cautivos de sus propios lugares?
«¡ Miedo en las calles: principal emoción de la inseguridad pública delictiva!»
¡Organizaciones mundiales de tráfico de niños, operando por doquier!
¡Rapto y pornografía infantil, mafias mundiales!
¿Cómo pueden suceder esas atrocidades con esa «supuesta» y hasta exagerada seguridad en las terminales aéreas (principalmente), marítimas y terrestres?
(«…para desplazarse con menores de edad, las autoridades locales del país al que se viaja -incluyendo aduanas y migración-, pueden pedir documentación que pruebe que se tiene la tutoría. Cargue siempre su identificación y la de la persona menor de edad…)»
¡Los mayores quisiéramos que las nuevas generaciones pudieran respirar y disfrutar de aquel clima de libertad de extramuros (fuera de las paredes de casa) que había en las calles de la ciudad, generaciones atrás!
… y como dijera el argentino Facundo Cabral: «La vida está allá afuera …….»