Onomatopeyas de aquellos animales: ”¡Beee, beeee!”, ”¡Pío, pío!”, ”¡Guau, guau!”, “¡Cuaa, cuaa!”

Onomatopeyas de aquellos animales: ”¡Beee, beeee!”, ”¡Pío, pío!”, ”¡Guau, guau!”, “¡Cuaa, cuaa!”

Balidos, gorjeos, ladridos, parpeos …todos esos sonidos y más escuché siendo muy chico además de poder ver, recibir y hasta “cuidar” a varios animalitos que llegaron a casa en diferentes momentos y circunstancias!!!.

Recuerdo situadas en la azotea, una pila de jaulas con gallinas “ponedoras” a las que diariamente revisaba para recoger los huevos del día a la vez que observaba cómo limpiaban, ponían alimento y agua en los bebederos. En otra jaula estaba un conejo. En el transcurso de los años me llevaron una “tortuguita” que coloqué en la misma jardinera interior de la casa (ya escribí sobre ella) donde jugaba con carritos haciendo caminos y “carreteritas” en la tierra. Ahí me “figuraba” que “convivían” el reptil y mis juguetes. Cuando íbamos mi mamá y yo a la carnicería que quedaba por la “Estación de Ferrocarril” en mi natal Córdoba, me hacían creer que junto con el pedido de casa se incluiría carne “disque especial para tortuga” ja ja ja …típicas bromas para un infante.

Desde los 5/6 años de edad me tocó el privilegio (lo he mencionado varias veces) de estar muy cerca de mi papá (por entonces “retirado”).

En una ocasión lo acompañé a la “Maderería” de Zacarías Álvaro donde adquirió la materia prima necesaria con la cual vi cómo elaboró un corral de madera para meter a un pequeño borrego. Mi mamá le compraba la alfalfa tanto para él como para el conejo que ya cité y que después ocupó ese lugar. Posteriormente llegaron con su correspondiente canariera un par de esos pajaritos que, como ya también he relatado, criaba mi tía Lupe (hermana de mi papá).

No podía faltar que en una típica bolsa de estraza alguno de mis hermanos llevara pollitos que depositaban en una caja grande de cartón con un foco adaptado para darles calor y que allí crecieran. Ya más grandes como no se adaptaban a las jaulas de las gallinas (arriba mencionadas) tuve que buscarles otro acomodo.

Tiempo después regresamos mi papá y yo a comprar más madera, luego pasamos a una ferretería por unas láminas para techo y tela de alambre “gallinero”. Con ello creó una enorme jaula como de 5×5 con una altura de 3 mts.; hasta arriba estaban los espacios diseñados espacialmente para colocar los pichones.

A mi tocaba alimentarlos y limpiarlos sin descuidar los deberes de la escuela.

Más adelante en ese espacio se ubicaron algunos patos y hasta dos gansos canadienses.

No era el “Arca de Noé” pero circularon por la casa diferentes especies de fauna.

Luego mi papá trajo un perro “Pointer Inglés” al que nombró “Terry” (licor de moda y de su preferencia); compañero fiel en sus cacerías de codorniz por las tierras del centro del Estado de Veracruz donde se cosechaba ajonjolí.
Era muy celoso con “El Terry” porque decía que tenía que tener un trato especial.
Cabe señalar que en su última etapa de cazador tuvo otro perro “El Brandy” (de raza brako alemán”) que finalmente cedió a su amigo el también cazador Juan Sanz, que vivía en Orizaba a 30 kms de casa de mis padres.
Con gran asombro nos enteramos cómo la madrugada que falleció mi padre el perro no dejó de ladrar con aullidos muy agudos como lamentándose (ya narré sobre este acontecimiento).
Expresando de esta manera su pesar por la pérdida del que fuera por mucho tiempo su solícito amo.

Con cada uno de los animales que pasaron por la casa existió una conexión ya fuera con otro de la familia o conmigo; ello me dejó una profunda enseñanza.

Nada que ver con tratarlos como mascotas o entretenimientos para niño.

«Los animales no son propiedades o cosas, sino organismos vivientes, sujetos a una vida, que merecen nuestra compasión, respeto, amistad y apoyo»
Marc Bekoff (Biólogo)

Ya como familia Ros Velarde hemos tenido varias clases de animales:
nuestro inolvidable “schnauzer” “Gaspar” y actualmente el consentido “shih tzu” “Hachi”.

También tuvimos por una década a “Ramona” una linda gata criolla; peces por más de 34 ininterrumpidos años (ellos saben cuándo se les va a dar de comer y quién los cuida).

Tres tortugas que tienen en casa apróx. 25 años y que hoy atiende cariñosamente mi cuñada Casandra: las saca por horas a asolearse, acompañadas del sonido de música instrumental. Ellas la reconocen y se dejan acariciar…

…y otras variedades diversas.

«Si pasas tiempo con los animales, corres el riesgo de volverte una mejor persona»
Oscar Wilde (Escritor)

Así fue mi niñez entre:
balidos, gorjeos, ladridos, parpeos…todos esos sonidos y más
”¡Beee, beeee!”, ”¡Pío, pío!”, ”¡Guau, guau!”, “¡Cuaa, cuaa!”.

“Árboles de mi ciudad, corazones de madera algo de hombre y animal, en sus músculos espera y parece despertar con el viento en primavera, es la fuerza de la vida la que anima la energía en hombre, planta y animal”
Miguel Cantilo

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