Haciendo un estudio para el Estado de Anzoátegui, capital Barcelona, conocí a Carla Galindes (la que me apoyó en mi «quehacer turístico» en el denominado “País Bolivariano”) posteriormente contrajo nupcias con un mexicano.
Dado su perfil profesional: «Turismo de Naturaleza» me contactó con Antonio (conocido como “el portugués”) organizador de los «Eventos de Aventura» en aquel País, quien me invitó como conferencista en la
“Expo-Aventura Maracaibo, en el Estado de Zulia 2005”.
Volé de México con escala en Caracas para aterrizar a las orillas del majestuoso Lago de Maracaibo, Fue mi anfitriona una amiga que estuvo al frente de la “Corporación Turística de Zulia” (Ana Paula Balestrazzi) a quien conocí en el primer seminario que impartí en Venezuela en el 2003 (enviado por la Organización Mundial de Turismo-OMT); ella me orientó en esa mi primera visita al «Centro Económico» más importante (debido a la industria petrolera) del occidente venezolano.
Después de organizar mis tiempos para las conferencias en lo que sería la “Expo” nos dispusimos, junto con la Directora de Promoción Turística del Estado de Yaracuy Silviana Lazaro y sus dos hijas, a abordar una lancha con motor fuera de borda para surcar las impresionantes aguas del Lago de Maracaibo “el más extenso de Latinoamerica” e internarnos a kilómetros de navegación con destino a Sinamaica (me llamaron la atención las casas/»churuatas de palafitos» que observé en el transcurso del recorrido).
Al llegar desembarcamos para «gastar zapatos»;
visitamos una bellísima Iglesia hecha de madera «construida sobre cuerpos de aguas tranquilas» donde, coincidencialmente, nos encontramos con “el portugués ” el cual explicó que los Wayúu (indígenas que habitan aquella «Región») de complexión corpulenta, altos y de piel oscura habían emigrado al norte de Colombia muy cerca de los límites con Venezuela.
Ya de regreso Ana Paula nos contó y describió sobre el “Relámpago del Catatumbo”.
Fenómeno meteorológico que tiende a ocurrir en múltiples sitios cada noche pero que desde lejos se aprecia como si fuera uno solo, por éso también se le conoce como “rayo”…. desafortunadamente no tuvimos oportunidad de verlo y escucharlo.
Al atardecer y desembarcar tomamos un almuerzo tardío pero ahí, quienes más comieron fueron los mosquitos que acabaron con nosotros ¡JA!.
Regresamos a la ciudad de Maracaibo y antes de oscurecer pudimos visitar la Catedral con una arquitectura exterior muy parecida a la Catedral de mi natal Córdoba.
Al día siguiente iniciaría el evento razón de mi viaje.
Pasó por mi Ana Paula al hotel donde me hospedaba y me llevó a saborear un rico y típico desayuno de esa «Tierra» “las mandocas “:
una especie de donas de harina de maíz, plátano maduro y queso regional
¡me parecieron deliciosas y… a trabajar a la “Expo”!.
Mi conferencia versaba sobre “El Turismo de Aventura y Naturaleza”
con un concepto, ya en aquellas tiempos , por demás conocido:
“la sustentabilidad”
que en la actualidad se continúa «poniendo en agenda» en conferencias, talleres, coloquios y sobre todo publicitariamente, desafortunadamente queda en teoría todavía.
En la tarde nos dirigimos, con el grupo del día anterior, a un barrio singular: “Santa Lucía ” disfrutando de una de las veladas más agradables que he pasado en Venezuela ¡una experiencia formidable!.
Ubicado al final de un parquecito se encontraba un simpático bar
(allá conocidos como “tasca”) al estilo español decorado con objetos acumulados o coleccionados por largos años.
Entramos para pedir cervezas y, con botella en mano, salimos a escuchar a un grupo musical cuyo vocalista era un niño pequeño que además de tener muy buena voz bailaba, sobre una bocina de 1.50mt., para un número importante de parroquianos que aplaudían y celebraban todas sus gracias, alegría desbordante y excelente calidad.
Luego apareció un policía uniformado, tomando cerveza, que danzaba y cantaba por doquier. Se «adueñó» de uno de los micrófono, subió a la tarima y comenzó a dar su propio “show” luciéndose y diciendo que a él le llamaban
”cosita bonita».
¡Me moría de la risa!
Al paso de las horas pedimos permiso para utilizar el sanitario de una casa particular; allí nos mostraron los cuadros de sus antepasados contándonos la historia de cada uno. Saliendo regresamos a “la tasquita” para trata de apaciguar el sofocante calor (apróx. 40 grados por la tarde) y gozar escuchando la música de “gaitas“.
En la misma calle donde nos aparcamos se oía ese ritmo y se veían a los transeúntes bailando no importando edades; recuerdo a dos ancianos moviéndose cada uno por su cuenta.
¡Todo era algarabía, baile y melodías!.
Ana Paula contaba, como otro «dato singular», que ahí en «el barrio» todas las semanas del año celebran las “caimaneras»
(«un juego de beisbol, extendido también al «futbol»,
callejero, improvisado, no oficial, sin árbitros… «)
¡Ya para irme a descansar pude ver el «Puente de Maracaibo» iluminado con los colores rojo, azul y amarillo!
Fue un viaje donde además de lo profesional descubrí, recorrí y viví la alegría característica de otra región de ese querido país de Venezuela que tantas veces y por muchos rincones transité ¡»gastando zapatos»!
*Nota: Algunas imagenes fueron recolectadas de internet, el objetivo es representar con dichas imagenes lo escrito, ya que no siempre me es posible utilizar imagenes propias debido a su antigüedad o calidad de las mimas.