"Rocinante del Siglo XXI" Xalapa

«Rocinante del Siglo XXI» Xalapa

Nunca imaginé ver al personaje de Miguel de Cervantes («Don Quijote») en vivo y a lomos de «Rocinante»….
(«su caballo fiel, de esfuerzo cotidiano, entrega hasta el agotamiento y callado sufrimiento»).
..que existiera «El Caballero de la Triste Figura» y su «Rocinante» en pleno Siglo XXI (atravesando por un sinfín de vicisitudes) que pudieran ser, igualmente, producto del ingenio del «Manco de Lepanto».
Hoy me invitaron a comer nuestros amigos Polo y Soni unos exquisitos platillos que ambos se esmeraron en preparar
(imprimiéndole además esos ingrediente únicos y característicos de los Lara: amabilidad y esplendidez)
También estaba como invitado el jefe de «Servicios de Salud Animal del Municipio de Xalapa» de quien yo escuchaba atento su plática sobre los «caninos» y luego la de los «equinos»; conforme avanzaba la conversación más recuerdos venían a mi mente de cuando, hace unos años, tuvimos la oportunidad de residir en la «Privada E. Leysegui» en Xalapa….una angosta «calle cerrada» con una pequeña cuesta.
Al paso del tiempo nos fuimos conociendo con la mayoría de los vecinos y organizamos un «grupo de convivencia y amistad». Periódicamente preparábamos reuniones para compartir «el pan», «la sal» y desde luego algún que otro «elixir de los dioses»…(«alcoholes») de preferencia los fines de semana ya que regularmente yo trabajaba en la CDMX de lunes a viernes.
Durante la mayoría de las mañanas se escuchaba una corneta manipulada por «una bomba de aire para bicicletas» que anunciaba la aparición de un carro de madera tirado por un caballo y guiado por un joven.
La primera ves que lo vi desde nuestra casa ¡no lo podía creer!.
Era una novedad de «La Atenas Veracruzana» (capital del Estado de Veracruz con 8 millones de habitantes) para mi familia y para mí.
¡Valla sorpresa!
Por un tiempo me duró el asombro ante aquéllo que juzgaba como anacrónico
(en un mundo de tecnología, de modernidad, de adelantos)
se me hacía rarísimo oír la corneta y empezar a escuchar el sonido de las patas de los caballos con sus herraduras subiendo la pequeña cuesta de la «Privada».
Fue entonces cuando pregunté el por qué de ese «carretonero» enterándome que al «camión de Limpia Pública» (voluminoso y ancho) le era imposible acceder por lo estrecho de la «Cerrada», además de que «la pluma» (para «control de visitas») que estaba en la entrada reducía aún más el espacio de maniobra.
Era el «carretonero» (jalado por su «rocín») quien, finalmente, se encargaba de recogerla.
Cuando se escuchaba cerca de la casa le decía a la nieta que estaba con nosotros:
«ahí viene el «burro de la basura»
y ella o ellas respondía(n):
¡»abuelo, no es «burro», es un «caballo»!
Éso bastó para divertirme en cómo me corregían y ,a propósito, en lo sucesivo insistirles:
¡🗣 ahí viene el burro !
……..¡abuelo, no es «burro», es «caballo»!
(el abuelo no quería entender que era un caballo:
flaco, huesudo, deteriorado como aquel «Rocinante», cansado de tanto trabajo acumulado.
Si hacía calor los pasos eran más lentos y con frío o lluvia sus pasos eran resbalosos por el piso mojado).
¡Aunque daba lástima era, hasta chistoso, el momento de ver al cansado «burro» «hacer su trabajo»…
¡Ah, perdón, del caballo!
Meses después en esas reuniones o tertulias sabatinas salía a la plática el tema del peculiar «recolector de basura» nuestros amigos y entonces vecinos comentaban los problemas que ocasionaba «Rocinante» en sus idas/venidas a «Leysegui». Algunos decían que cuando el caballo hacía «sus necesidades» (que era invariablemente) su amo en vez de recogerlas las dejaba embarradas a lo largo del camino. Alguien sugería «adaptarle una bolsa plastificada sujeta a la caja del carruaje y a la retranca del caballo que impidiera que los excrementos cayeran al suelo sin que su instalación supusiera una gran molestia para el equino» pero el joven conductor no lo quiso ni entender ni poner en práctica…. así es que repentinamente dejó de entrar «la minicarreta», ya no se escuchaba ni el sonar de la corneta ni los pasos de «Rocinante»…..en su lugar cada familia tenía que bajar (con lo que habían juntado de basura) hasta la calle Z. Mercado a esperar a que pasara «el camión de la basura» para entregársela.
Yo pensaba que era el único caballo maltrecho en todo Xalapa hasta que (en la comida, con los Lara, arriba mencionada) el «jefe de salud animal» contó que existían 112 «carros recolectores de basura» con sus respectivos caballos decrépitos y maltratados, ocasionando que «la sociedad protectora de animales» realizara las gestiones correspondientes para «la jubilación» de los «caballos», asegurándoles un trato más considerado y humano.
Para tal efecto el «actual Ayuntamiento puso en marcha un «programa de sustitución» de caballos por motos.
(«los motocarros» son vehículos de tres llantas, cinco velocidades y reversa, además de una canasta recolectora»)
(se anexa vídeo de la ceremonia de «Jubilación de Rocinante» y sus congéneres).
Esa noticia me dio gusto y gracia ver a algún caballo (que no burro ) con el letrero colgando de su cuello :
«Jubilado»
Fue tiempo después que volvió a entrar el «recolector motorizado» y nuestros amigos a hacer uso de tan útil servicio.
(seguro «Rocinante» ya estará en un «asilo» atendido adecuadamente).
«Nada se queda estático, todo evoluciona y tú lo sabes»
….hasta el famoso «caballo» que entraba a nuestra calle, que si bien no tuvo que «luchar contra molinos de viento» si batallaba en subir dificultosamente la cuesta de la «Privada.»
¡Qué lindas evocaciones de nuestro paso por «Emilio Leysegui» y más el trato con los vecinos que afortunadamente y de vez en vez, seguimos frecuentando para compartir el pan, la sal y el Vino pero, sobretodo,
¡para charlar amistosamente!

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