“San Petersburgo”... Rusia.

“San Petersburgo”… Rusia.

Era el final de un invierno y me asomaba por el óvalo de la ventanilla de un avión, todavía de manufactura soviética, para mí reducido e incómodo ¡ja!; aún así todo lo que alcanzaba a ver era blanco, blanco de la nieve que cubría las construcciones antes de aterrizar en el «Aeropuerto Púlkovo» de San Petersburgo (anteriormente Leningrado).
Para mi era una ilusión pisar esa tierra, entre otros aspectos, porque recordaba la versión (basada en una «enciclopedia» antigua que había en la casa y que nunca supe dónde quedó) que contaba mi padre acerca de que el apellido Ros provenía del nombre de un «zar» (Ros) que fundó Rusia.

Investigando en «internet» encontré:

“El nombre de Rusia quiere decir «Tierra de Rus» en ruso es «Rossíya».… Los rus’ o rusy, también ros, rhos, del sueco: Ros, griego: Ρως, fueron la población histórica del «jaganato» (ciudad/estado) de Rus y de la Rus de Kiev….aún así el significado de Rus-Ros sigue siendo materia de discusión pues hay quien cree que el nombre tiene raíces eslavas o persas”…

Llegamos un grupo de 4 personas. Después de registrarnos y acomodarnos en nuestras habitaciones quedamos de vernos en «el bar» del hotel (afuera hacía mucho frío pero adentro se sentía calor dado lo «alta» que estaba la calefacción) el mesero presuroso nos ofreció de beber. En la contrabarra habían gran variedad de «vodkas» (bebida clásica rusa), preguntamos y nos dieron una cátedra de ellas. Los cuatro acostumbrados a tequila y mezcal nos dispusimos a probar el «vodka especial» que nos ayudó a «entrar en calor» antes de salir del hotel y toparnos con lo gélido del ambiente.
Una Guía, pelirroja, hablando bien «castellano», nos explicó el porqué del nombre de «San Petersburgo» que significa “ciudad de Pedro” en honor a «Pedro el Grande».
Iniciamos el tour con la «Catedral de San Isaac» relatándonos, entre otros múltiples detalles, que la cúpula de oro durante la guerra (debido a la luz que proyectaba) fue pintada de negro para evitar ser identificada y bombardeada. «Monumento arquitectónico único, mencionado en las obras de muchos poetas y escritores, que a menudo han alabado sus enormes dimensiones».
Al frente de la «Catedral» «gastamos zapatos» pero con «pies de plomo» para evitar «dar el azotón», dado lo resbaloso que se encontraba el camino a causa de la nieve.
Otra de mis sorpresas fue (después de pasar por el parque y jardín de «San Isaac») encontrarme en el estacionamiento de un edificio gubernamental,
29 autos «premium» de la marca «BMW»
(aunque algo cubiertos de nieve se podía identificar el modelo)
aparcados uno junto a otro.
La guía me sacó de mi asombro al comentarme que «eran de los funcionarios que trabajan en ese edificio”.
Me vinieron a la mente las amenas e ilustrativas clases de «historia» en la «Preparatoria» impartida por el maestro Daniel Rodríguez Rincón
donde nos enseñaba, entre muchos otros temas, el «famoso» comunismo de «líderes bolcheviques como: Lenin y Stalin»
(la «voz de la socialdemocracia»)
Sin inmiscuirme en más «intríngulis»,
¡Nada que ver con el desmedido derroche que tenía ante mis ojos!
A esta ciudad se le considera la más importante de Rusia en materia artística, destacando, su mundialmente famoso e icónico Ballet Bolshói (que se ha presentado en más de 30 países alrededor del orbe);
contando con la célebre «Escuela de Ballet del Teatro Bolshói».
«Visita obligada» el «Teatro Mariinski» (sede del «Ballet Imperial» que en un tiempo se conoció como «Ballet Kírov»). Ahí nos enteramos que en el 2013 se inauguraría un segundo teatro conocido como «Mariinski II».
Como ya lo mencioné en otro escrito (cumpliendo el encargo de comprar unas zapatillas de ballet para una sobrina que lo estudiaba y también era maestra en una «academia» de la CDMX) con ayuda de la guía llegué a una tienda muy especial (parecía museo) donde tuve la oportunidad de adentrarme al mundo del «pas de bourrée», del «tutu»,etc.
Me encontraba frente a un escenario de gran elegancia donde pude adquirir lo que buscaba para traerlo gustoso a México.
Disfruté mucho haber tenido esa vivencia tan singular.
A la hora de la comida acudimos a un restaurante de «comida típica rusa», recomendado por la propietaria de la «agencia de viajes Kalinka»
(Alina Kuznetsova).
En la tarde visitamos la Iglesia ortodoxa más importante de Rusia:
«Iglesia de la Resurrección de Jesucristo» conocida, entre otros nombres, como «Iglesia de el Salvador».
Una verdadera joya arquitectónica
(otro de los ineludibles recorridos por San Petersburgo)
¡ Qué belleza !
A la empresa «Kalinka internacional» la conocimos en Lisboa en una «feria turística» donde se organizó este viaje.
Esa noche, por cortesía de la «agencia», nos llevaron a cenar Alina y Natalia Ivanova; fuimos a un «restaurant» muy grande y con una interesante decoración (de los pocos que todavía existen) especialista en «comida soviética». Afinamos detalles para preparar nuestra asistencia a la «feria turística de Moscú» a la vez que intercambiamos puntos de vista entre las culturas «rusa» y «latina». A mí me parecían extrañas algunas de sus costumbres y formalidades, por ejemplo: los horarios.
Regresamos temprano al «hotel» y todavía alcanzamos a tomarnos otros «tragos» de nuestra botella de vodka que el mesero mantenía en el congelador, sirviéndonosla en pequeños vasitos (tipo mezcaleros).
(desde entonces así es como bebo el «vodka»).
Al día siguiente hicimos la «la gira por la ciudad»/ «city tour” visitando la parte norte atravesando los canales por diversos puentes,
a esta ciudad también se le conoce como “la Venecia del Norte”.
Llegamos a un lugar donde al bajarnos del auto quedamos sobre una «pista de patinar». La guía nos comentó que en pocos días ese hielo se desbarataría convirtiéndose en agua helada.
Cuando visitamos «la catedral de San Pedro y San Pablo» (sobre la isla de Zayachy, a orillas del río Neva) cuyo chapitel agudo, estrecho y de gran altura tiene la figura de un ángel en el extremo nos contaron una leyenda según la cual, en una ocasión, contrataron para su limpieza a un hombre que bebía mucho ofreciéndole como pago licor por un año (pensando que no lo lograría) pero «se fueron de espaldas» al ver que «con todo y su beodez» pudo cumplir su cometido y ellos pagarle lo prometido….
Después llegamos a uno de los sitios simbólicos de esta ciudad:
“El Hermitage”
(«el tercer museo más grande del mundo» que atesora más de dos millones y medio de objetos culturales y artísticos de los pueblos de Europa y Oriente) a las orillas del «Río Neva».
Ocupa cinco edificios conectados entre sí, uno de ellos «El Palacio de Invierno» del zar Nicolás convertido en la sede del «museo»; todos forman un hermoso conjunto arquitectónico donde predomina el color verde.
Yo iba con la intención de encontrar un pequeño cuadro de Rembrandt,
(ya que casi acababa de leer el libro de “El Regreso del Hijo Pródigo”)
con tal suerte que pude descubrirlo en aquel interminable mundo de exhibición. Por ello el efecto de estar frente a la obra me causó, más que reflexión,
¡una agradable emoción!
Algo curioso que distrajo mi atención fue la logística de la «ropería» o espacios para guardar los abrigos de los visitantes ya que son salas y salas por doquier.
¡Al final es un triunfo encontrar donde quedó el abrigo !
Luego adquirí unos libros con cuentos rusos en español para mis nietas.
Aunque «la visita guiada» duró varias horas no nos alcanzó el tiempo para ver al menos “las 15 obras de la lista óptima del Hermitage que se recomienda conocer»
De regreso al hotel nos encontramos una carpa instalada en la calle con atractivas figuras de hielo teniendo como objetivo difundir y promocionar el «vodka Imperial» (mismo que, como dije, era el que consumíamos en «el bar» del hotel). Yo me detuve impresionado de ver como jóvenes modernamente ataviados con abrigos de piel estaban sentados sobre bloques también de hielo. ¡Toda un diseño muy bien montado!
¡ El manejo de la mercadotecnia «a todo lo que da» en la actual Rusia!.
La lista de «souvenirs» que se puede adquirir en Rusia es de lo más variada:
en madera (las coloridas «matrioskas»),
ropa («el chal», «el gorro ruso con orejeras», etc.),
utensilios de metal (como el «samovar»),
joyas preciosas como: «huevos Faberge»,
semipreciosas como: «el ámbar» (ahí se concentran casi todas las reservas mundiales de este mineral) o «la malaquita»,
porcelana («gzhel»),
productos alimentarios:
«caviar» (que le ha dado fama a este país: de «esturión» o de «beluga”),
«vodka»(el más caro que encontré de «beluga gold line”) y
el «zefir»).
El famoso instrumento musical “ la balalaika” (un laúd de tres cuerdas ).
Caminamos muchas cuadras de regreso al hotel flanqueados por una arquitectura antigua de la «Rusia zarista». Grande fue mi asombro al encontrarme dos edificios de varios pisos, uno casi frente al otro,
¡ambos de «la casa de ropa» española “Zara”!
(los de mayor tamaño que he visto de esta «marca»)
Llegamos «ateridos» directo «al bar» del hotel a tomarnos las consabidas vodkas para «quitarnos el frío» y «hacer tiempo» mientras se llegaba la «hora de la cena», esta vez en un «rústico y famoso restaurante de madera, donde comimos y vimos un espectáculo de una de las regiones del «país más grande del Planeta».
Por un momento recordé las fiestas de mi juventud donde invariablemente se tocaba la pieza rusa de «kasachok» que todos bailábamos con los brazos cruzados y «dando saltos» a la vez que la mayoría, entre risas y jadeos, perdíamos el equilibrio y caíamos al suelo.
En los últimos tiempos he visto en México cómo los rusos (con poder adquisitivo) gustan del concepto “VIP” el que pagan y pagan bien, principalmente cuando viajan en plan de turistas.
Esa idea la apliqué en los “viajes de familiarización” que organicé a la vez que se la transmití a los prestadores de servicio turístico como un «tip» (dato) para ofrecer una atención adecuada a los gustos de esos visitantes rusos que traen la cartera con suficientes «rublos».

Sin lugar a dudas en este primer viaje
(haya sido como haya sido la historia)
me quise quedar con la versión de que el apellido Ros proviene del fundador de Rusia …

*Nota: Algunas imagenes fueron recolectadas de internet, el objetivo es representar con dichas imagenes lo escrito, ya que no siempre me es posible utilizar imagenes propias debido a su antigüedad o calidad de las mimas.

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