«Taxco … de mis Recuerdos»

De niño escuché mucho de una ciudad con el nombre de Taxco (no ubicaba su localización), cuando lo conocí fue porque los padres de Dolores (Guillermo y Julieta) se habían mudado de Ciudad Juárez a allí…a este pueblo incrustado en la Sierra de Guerrero.

La primera vez que visité a (mi entonces novia) Dolores en el famoso Taxco, no cubrió las expectativas que me había formado.

Sus padres llegaron a rentar una casa propiedad del muy querido tío Don Gonzalo Velarde A., quien anualmente compartía (cuando toda la familia vivía en cd. Juárez) las inolvidables festividades de «Navidad», «Año Nuevo» y el «Desfile del Sol (en el Paso, Tx).

Al paso de los años Don Willy (así le decía mi cuñada Casandra) adquirió una casa que había sido construida por el administrador de la «Mina de Plata» del lugar, luego pasó a manos de un diseñador (Henry) que al sentirse mayor decidió ir a «una casa de retiro» en los Ángeles, Cal.

Henry denominó esa casa como «de las Estrellas» la cual se ubicaba en el «callejón de Chavarrieta # 8». Tenía 7 niveles con diferentes terrazas; el diseñador logró imprimirle una personalidad fabulosa a esas paredes con estrellas por doquier en tan diferentes materiales, además del techos de teja propio de este lugar. Algunos arcos con 80 cms. de ancho dentro de la sala, de estilo rústico con comodidad y frescura toda pintada en blanco y negro. Un artista indígena se encargaba de plasmar a pincel dibujos de estrellas en muchas de las paredes. Los jardines cuidados con esmero y dedicación por Doña Julieta (que tanto gustaba de las plantas) y que ahora le ayudaba el clima guerrerense. La vista hermosa (a cualquier hora del día o de la noche) dominando las moradas en la montaña y a la distancia «Santa Prisca» («hermosa parroquia que es, desde cualquier ángulo, un prodigio donde la arquitectura, la escultura y la pintura se funden en el simbolismo»).

Era una casa en la que se podía estar «adentro y afuera» debido a la distribución, a cielo abierto, de las ya señaladas terrazas (así lo comentamos de manera chusca pero maravillados, en alguna ocasión que la visitamos los tres matrimonios amigos que solíamos viajar juntos)

Mis suegros eran «Rotarios de corazón» (club de servicio a la comunidad:

«Dar de sí antes de pensar en sí y Se beneficia más quien mejor sirve») hasta el final de la vida de él quien falleció en su «Casa de las Estrellas» en 1983, y que después de pocos años mi suegra vendería para terminar sus días, juntos a nosotros, en Xalapa, Ver.

Ya casados viajábamos un fin de semana a Taxco, dos nos quedábamos en México y al siguiente a Córdoba … por lo tanto cada mes estábamos en ambas ciudades, entonces empecé a conocer los amigos rotarios de Taxco: Don Elfego Pineda, Isabel y CarlosMendoza, los Señores Meléndez, Don Pancho Carranza , por mencionar algunos. Quise mucho a un distinguido personaje: Don Yeyo quien fuera fabricante de zapatos pero al final, por su edad, sólo se dedicaba a repararlos. Su taller estaba (en la calle principal) a escasos metros de la casa de mis suegros. Los sábados después de desayunar en familia bajaba a su local y con el pretexto de remendar mis zapatos o simplemente lustrarlos escuchaba sus charlas que resultaban unas verdaderas clases de historia (pasajes de la revolución mexicana que le tocó vivir) pero sobretodo me encantaba la sencillez y sabiduría propia de su naturaleza. Siempre me ha gustado escuchar y aprender de la gente mayor.

Lo acompañaba por espacio de 3-4 horas; me dirigía para hacer reparaciones sencillas en los «Zapatos que tanto he Gastado». En la parte posterior del taller quedaban máquinas donde años atrás elaboraba calzado, ahí mismo se cambiaba de ropa para salir a la calle con sus pantalones de lana que acentuaban su gran personalidad (me recordaba a un guitarrista que veía por televisión cuando era niño, Antonio Bribiesca, muy parecido hasta en el el bigote que usaba).

Una noche, de Semana Santa, estando en el atrio de la «Iglesia Chavarrieta» (con su Cristo negro, donde casamos Dolores y yo) sentados en una banca esperando la salida para la «Peregrinación del Silencio», después de haber cenado un «pozole verde» de la «Pozolería de La Güera (típico de la región preparado, entre muchos otros ingredientes, con semilla de calabaza) con el consabido recargo de estómago Don Yeyo me dijo:

«¡desde luego que antes de comer ese pozole bebió un mezcal!».

¡Nooo!

¿Por qué ?

.».. mire continuó :

el pozole verde es para «la hora de la comida» y si se come en la noche no debe faltar el ingerir un mezcal para «hacerle la camita», como un recubrimiento al estómago, de este modo evita una indigestión»

(«remedio» superior a cualquier «sal de uvas», «alka seltzer» o hasta el bicarbonato).

Después de «esos sábados con don Yeyo» subía a casa para «la cita sabatina en la terraza» afuera de la habitación de mis suegros.

Una mesa con sus equipales, una charola, una botella de » Ginebra Burnet’s» con «squirt», yerba buena del jardín, hielos, y a disfrutar junto con don Don Willy (con quien siempre tuve una extraordinaria relación). Más tarde se unían a la tertulia Dolores y su mamá.

Ahí escuchaba, entre otros temas, el del «rotarismo». A través de mi suegro fue como aprendí a conocer y apreciar el verdadero significado del «Club Rotario» como un club de servicio. Siempre mostró seriedad y rectitud, subrayando los valores y principios con los que educaron a su familia.

¡Cómo añoro esos tiempos, los recuerdos de una etapa imborrable de la extensión de familia!.

Justo en la calle que baja de Chavarrieta, callejón de las Palomas, (no sé si todavía exista) una tienda de abarrotes instalada por doña Chayito y su hijo Pepe quién buscaba con creatividad incrementar las ventas; como enfrente estaba una escuela pública, ideó una torta/bocadillo económica ($ 1.00 peso de aquellos años) compuesta de un bolillo muy pequeño, una embarrada de frijoles, una rebanada transparente de jamón y una raja de chile que Pepe denominó como :

«Torta tercermundista».

Vendía muchísimas, a «la hora de salida de la escuela» los alumnos se agolpaban en esa tienda de abarrotes.

Otro dato pintoresco, que me contó Don Yeyo, es que abajo de la escuela había unos estanques de agua que inicialmente eran para que los cabellos y burros (medio de transporte de la época) pasaran a beberla y que tiempo después fueron lavaderos.

Debo de decir que cada vez que visitaba esta ciudad, empedrada de «piedra bola», siempre había detalles que llamaban mi atención, aprecio y gusto. «Gastando Zapatos» iba descubriendo, callejones, plazuelas, rincones y espacios bellos y….

¡cómo no terminaría por encantarme Taxco si ahí viví uno de los días más importantes de mi vida:

mi matrimonio con Dolores aquel 28 de Julio de 1979!

¡Taxco, a la postre, rebasó por mucho toda espectativa ! …

¡ Taxco De mis Recuerdos !

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