Dentro de “La ULSA” en el “área de profesionales” había unas escaleras a la mitad y otras casi a los extremos del edificio. En el patio, entre palmeras, estaba el estacionamiento de los maestros; un auto solitario se veía a las 6:00 de la mañana, hora de la primera clase. Era el de un profesor que sólo contaba con ese horario para impartir una cátedra que valía la pena escuchar. Aunque no pasaba “lista de asistencia” era rarísimo que algún alumno faltara. Existía una obligación moral entre catedrático y alumnos, una aleccionadora experiencia. Siempre pulcro, bien afeitado, con traje de vestir y (repito) de espléndida exposición que incluía gesticular mucho con las manos: me refiero al maestro Ángel Elizondo López, alto funcionario en el “Banco de México”, posteriormente autoridad en la “ULSA” y a través de los años, gracias a su destacado desempeño, Rector de la Universidad La Salle en Cancún.
La moda en los jóvenes era: pantalones “acampanados Topeka”: Octavio solía llevar unos verde olivo, Paco unos beige y yo unos azul aqua. Las camisas eran con muchos botones, cuellos y puños muy anchos.
Era la época en que en la “WFM” radio se escuchaba a “los Carpenters”, en “la Pantera” a “Iron Butterflay”, en “la 620” a “Los Tecolines”, en “la “Radio Mil” a “Leo Dan” y en diversas estaciones a “El Pirulí”, “Roberto Jordán”, “Angélica María”, “César Costa”, “Alberto Vázquez”, “Manolo Muñoz”, “Enrique Guzmán”, “Jhonny Laboriel”, “Marco Antonio Muñiz”, “Massiel”, “Mayté Gaos”, “Manuela Torres”, “Julio Iglesias”, Alberto Cortes, Serrat, entre muchos más …
Se acostumbraba “arreglar” los autos: bajándoles la suspensión, poniéndole “llantas anchas”, “rines cromados y grandes”, “antenas largas” para los estéreos sonoros con grandes “bafles”/“bocinas”/ “amplificadores”. “Volantes pequeños de madera” y más modificaciones.
Con esos autos se veían llegar a la Universidad a algunos estudiantes; casi todo mi grupo de compañeros y amigos nos trasladábamos en “Metro”, “Tranvía”, “las Vitrinas”, “Trolebús” y de “aventones” (“ride”, “autoestop”,” hacer dedo“).
Guillermo Tortolero (aficionado al automovilismo) tenía un “Javelin amarillo con negro que cuidaba como a “la niña de sus ojos”, o como nuestra compañera Patty Navarro que hacía “el recorrido”- del Metro a la Universidad – “en patines” y entraba al salón con ellos al hombro. No faltaba quién venía en motocicleta o bicicleta.
Continuará…