Cuenta la historia que cuando el conquistador (Hernán Cortés) arribó a las playas de Chalchihuecan, donde posteriormente se fundaría la Villa Rica de La Veracruz, quedó asombrado de encontrar en Quiahuiztlán ( panteón Totonaco ) tumbas muy similares a los mausoleos al estilo francés.
Cruzando el Río de la Antigua, no lejos, establece el Primer Ayuntamiento en tierras continentales, con la intención de guarecer y proteger el territorio. Envía exploradores a lo largo de la costa (estos mismos descubren una serie de islotes integrados por coral marino) que posteriormente serían la base de la fortaleza en aguas oceánica: San Juan de Ulúa.
Es aquí donde se convertiría en la puerta de acceso del Virreinato de la Nueva España, posteriormente sería la ciudad de la Verdadera Cruz…..¡Hoy La Ciudad de Veracruz !
Actualmente a este sitio no sólo se llegaría por mar, sino por aire o por tierra, entre corrientes, caminos y rieles, del norte, del centro o del sur del País.
Mis primeras imágenes que aparecen de este lugar son a muy temprana edad.
Nuestros padres nos subían a un «Desoto» auto de la Chrysler ( más largo que una Cuaresma ) lo recuerdo de color negro con amarillo con tres peculiaridades (además de su tamaño): tenía un reloj en el centro del volante que se daba cuerda con el movimiento del mismo, segundo, las velocidades se metían con unos botones en una cajita situada en el tablero y un porta abrigos ( espacio atrás del asiento posterior ) donde yo cabía perfectamente y sobraba lugar.
Pues bien, llegábamos hasta las playas de Mocambo donde nos llevaban al mar; yo poco podía disfrutar por padecer «asma» (desde los dos meses de edad) pero veía gozar a mis hermanos mayores con el agua salada y esa arena para hacer castillos y figuras….¡la niñez!
Años más tarde (aprox. los 16) regresaba con amigos ( Octavio, Víctor, Paco y Héctor ) a las mismas playas para poder ver a las «chamacas» y en aquella arena jugar futbolito y agotado meterme ahora sí al mar a tragar ¡agua salada !
Retomando los finales de los ¡años 5O’s!
…después de devorar las tortas o sándwiches que preparaba mi mamá, para todo el «regimiento» de los Ros Martínez, a cierta hora nos subían al inmenso auto y recuerdo que nos dirigíamos al Parque Zamora; ahí había una nevería donde además de las típicas nieves era famosa por sus ¡aguas de guanábana!
…..mmmmm como no podía tomar la exquisita nieve, tenía que conformarme con la dichosa agua.
¿Has visto la cara de un niño cuando lo reprimes de saborear nieve?… ¡ésa y más era la mía!
….recuerdo de niño que llegaba periódicamente acompañando a mi padre a eventos de» tiro al blanco» en el » Club Gasolina» (allá por Playa Norte).
Eran en domingo, estábamos puntualmente a las 7.00 am, íbamos a » El Gran Café de la Parroquia» frente a la Plaza de Armas y casi siempre pedía un «plato volador» con esas ricas rajas y zanahorias con la típica «zaraza Vargas» (sabores que están en mi memoria gastronómica).
Cuando salía de ahí llevaba en mi inconsciente el «sabor jarocho» (música de marimba apenas en el desayuno ) de eso tiene 55 años.
En este 2014 llevé a un amigo al mismo Restaurante, pero ahora al de Boca del Río, para que no dejara de probar esos sabores y aromas, agregando además «una bomba con mantequilla», «lechero y canillas».
Cuando visites el Puerto no dejes de disfrutar de esa delicia. Ahora tienes la oportunidad de acudir en varias direcciones entre Veracruz y Boca del Río.
…..yo no se si son los vientos del mar o mi mente pero en otra ciudad ¡no me sabe igual !
Vuelan mis recuerdos también por esos años; mis padres en Córdoba me subían al «Volvo» y junto con algunos hermanos salíamos a Veracruz para llegar temprano (no importando el día, pero sí de acuerdo a la fecha en que mi padre se enteraba llegaría un barco español) a los muelles.
Cuando veía, estábamos frente un gran Trasatlántico que me parecía ¡inmenso,!
nombres como: » Marquez de Comillas»
» Guadalupe» » Covadonga» ….
Lo curioso es que arriba me encontraba, por las escotillas o pasillos, con los mismos niños que veía o jugaba en el Casino Español de mi natal ciudad. Es que se corría la voz no sólo en Córdoba sino en la colonia española de las ciudades vecinas a Veracruz y muchos llegaban al barco anclado para comer y beber, como en la España de su añoranza, cualquier platillo acompañado de vino, no sin antes degustar un Tío Pepe.
Recuerdo que bajabamos a los camarotes de los marineros y ahí salían los: tergales, mantones y mantillas, chorizos y quesos, lo que ningún «ultramarino» ( nombre de los abarrotes en aquel entonces) tenía en sus anaqueles.
Como niño no me daba cuenta cómo sucedía pero, como dice el dicho, «los comensales se ponían las botas» y «morados de comer» además de que los autos regresaban con las cajuelas llenas.
Los siguientes días era tomar «Paternina». Yo el encargado, desde aprox. los 7 años, de ir a un mueble (la cantinita ) en el comedor y cada tercer día llevar a la mesa del ante comedor una botella para descorchar. Mi premio era un cuartito de chato (esta bebida que hasta hoy disfruto tanto y que me inculcó mi padre)
….. El vino que María le pedía a su hijo Jesús para transformar el agua de las tinajas en el Primer milagro de Jesús: «Bodas de Caná».
¡Ah! mi madre entonces podía disfrutar ocasionalmente su «Marie Brizard» anis francés hoy tristemente bebida que me hace daño a mi azúcar ! Sólo disfruto del recuerd0!
Regresemos al Puerto, pero ahora viajando con mi querido cuñado Joaquin De la Vega (santanderino) q.e.p.d., esposo de mi hermana María del Carmen «Maruca «, para entonces ya tenía 10 años ( todavía con pantalones cortos .) Me llevaba al fútbol de primera división en un «Opel» y luego en un «Renault 12» al «Parque Veracruzano» a un costado de la «Facultad de Medecina» a ver a los aguerridos Tiburones Rojos del Veracruz ( cuando todavía tenían filosos colmillos ) y hacían pasar dificultades a sus rivales para llegar a conseguir victorias en este estadio donde se escuchaba el florido lenguaje que tanta fama dio a los jarochos; no sé que era más divertido si oír al público o ver el partido. Dentro de la cancha el «loco Ausin» se subía al montículo y de ahí veía a dónde iba a dirigir el balón (esto sucedía porque era campo de fútbol pero también de beisbol)…. ¡Qué tiempos aquellos!
Para mi, «perdieron gracia» todos esos partidos cuando se fue el equipo al fraccionamiento Virginia, el actual » Estadio Pirata Fuente».
No quiero dejar de mencionar que antes del partido había que pasar a «picalúa» a saborear un riquísimo cóctel de camarones junto a la puerta, atrás de la portería sur, por donde entraban las ambulancias cuando había un jugador lastimado, como se estilaba hace 50 años.
Se me agolpan infinidad de recuerdos de este sitio donde escribiera el músico y Poeta » Agustín Lara», …»palmeras borrachas de sol».
Si fuera esta la puerta de entrada al nuevo mundo, con los siglos fue también la entrada de emigrantes a nuestro país, un crisol de culturas formando colonias de: españoles, árabes, italianos, judíos, franceses, casi todos mezclándose con nuestros antepasados y entre ellos mismos formando nuestro México. Colonias como la italiana en Manuel González ( cerca de Huatusco ), Chipilo (cerca de Puebla ), la francesa en Camarón, Alto Lucero o San Rafael, Veracruz. Los judíos en el centro Histórico de la Ciudad de México, Polanco o Bosques de las Lomas, los sirios en Monterrey, los ingleses en Hidalgo, los libaneses en Puebla, Toluca, Torreón, San Luis Potosí , Mérida, los africanos en Yanga, Veracruz y los españoles, sin lugar a duda los más mezclados desde siglos atrás, representados quizá más en ciudades como Xalapa, Córdoba, Orizaba, Tehuacán, Puebla, Ciudad de México y el mismo Puerto de Veracruz donde fundaron sus centros sociales y deportivos : el «Casino Español».
Todos entrando por la puerta :
» El puerto de Veracruz «.
Una muy querida amiga de Toluca, Berta Teresa Abraham Jalil, me contó su emotiva experiencia al estar en Veracruz, ver el mar con vista al infinito y tratar de imaginarse Beirut (de donde habían salido sus ancestros) respirar los aromas del mar, sentir los vientos que trajeron a sus familiares para llegar con una maletita donde sólo cabía una sola palabra : «Esperanza».
Esperanza a una nueva vida, a fundar una familia, a realizarse, y así tantos y tantos emigrantes, unos llegados por una Guerra Civil o la primera o Segunda Guerra Mundial, en fin todos en búsqueda de una mejor vida.
Hace 7 años la misma Bertha Teresa y otra querida amiga Therese Nezralla ( nacida en el Líbano ) me invitaron a la inauguración del «Emigrante Libanés» en el malecón de ese puerto, luego vino el del judío y el español, todos hacen referencia a una maleta, esa que traían con pocas pertenencias pero repleta de sueños e ilusiones, con pocos kilos en sus físicos, compartiendo una hogaza y entonces me pongo a pensar cuando veo esos navíos entrando a Puerto, cómo descenderían mis abuelos paternos de ese buque, ya que además de sus escasas pertenencias, la abuela cargaba en su ser un bebé que nacería en estas tierras: » mi padre».
Me contaba él que, en 1950 (3 años antes de mi nacimiento), realizó un viaje a España con sus padres y algún otro hermano(a) a conocer la tierra de donde procedían : Bellreguard, Valencia…..se embarcaron en el navío Italiano «Francesco Morosine» en estos mismos muelles Veracruzanos, ¡en búsqueda de las raíces paternas !
Vaya un reconocimiento a todos aquellos emigrantes que vinieron a aportar trabajo, conocimiento, talento y esfuerzo a este país
…… Un sentido reconocimiento a Don Juan Bautista y Doña Josefa ( Pepita ) Ros que bajaron de uno de esos trasatlánticos a formar una familia y que con uno de sus frutos se uniera a mi madre y pudiera hoy yo estar escribiendo todos estos recuerdos y remembranzas .
… ¡Salud con un Paternina o algún vino de Santo Tomás !
¡Gracias Veracruz Puerta de Entrada a México !
¡»Veracruz, vibra en mi ser, …»!
*Nota: Algunas imágenes fueron recolectadas de internet, el objetivo es representar con dichas imágenes lo escrito, ya que no siempre me es posible utilizar imágenes propias debido a su antigüedad o calidad de las mimas.