Era en los primeros días del año (coincidía con la festividad de «Los Reyes») cuando Mcallen organizaba anualmente «eventos de Turismo» para los «Winter Texans» («retirados»).
Fernando Bueno Lázaro (dueño del famoso y tradicional «Hotel Mocambo» en Boca del Río) viajero frecuente del Valle de Texas, me contaba acerca de ese evento y el potencial turístico que podría suponer para la localidad.
Así que en el segundo año de gestión nos organizamos e hicimos «presencia» en dicho “Trade Show” (Feria), al igual que los Estados mexicanos más cercanos a la región de Texas que acudían con el fin de promocionar los beneficios y ventajas de sus respectivos territorios a (como ya expliqué) «los retirados» que «huían» de las zonas frías donde radicaban para refugiarse en el sur de «El Estado de la Estrella Solitaria» de la Unión Americana.
Dichos «jubilados» se trasladaban desde su residencia en «motor home» («casa rodante») o por avión integrándose al «Trailer Park» («campamento de casas de remolque») mientras permanecían en el País.
A inicios de los ’90tas. Sigfrido Paz Paredes (q.e.p.d. y de quién aprendí mucho sobre «Turismo») durante su gestión en SECTUR, desarrolló un «Programa de Turismo Carretero» con el fin de recuperar todas aquellas «caravanas» que por tantos años viajaron de los E.U. a través de la «geografía mexicana» creando, para consolidar dicha «bilateralidad», una oficina en Houston. Ahí conocí a Carlos Macín y Eduardo Amezcua encargados de coordinar y promocionar «la AAA» «Asociación Automovilística Estadounidense (American Automobile Association)
«una organización sin fines de lucro que cuenta con millones de miembros afiliados a quienes proporciona servicios gratuitos de emergencia en carreteras, asesoría jurídica y otros beneficios…»
Seguramente alguno de mis contemporáneos recuerda, en sus juventudes, haber visto largas expediciones de «casas rodantes» transitando por alguna carretera sobre todo en invierno, para las que se ofrecían estacionamientos «apropiados» tratando de igualar el servicio que recibían de los “trailers park” («parque de casas móviles») del otro lado del «Río Bravo».
A partir del ’94 fuimos contactando tanto a las «Cámaras de Comercio» de «acá» como las de «allá». Tengo muy gratos recuerdos de la señora Élida Cortés (con oficinas en Mcallen, Tx) quien nos apoyó muchísimo al estrechar lazos turísticos entre El Valle de Texas y Veracruz.
Así logramos hacer eventos en Laredo, Mcallen, Harlingen y Brownsville. TX.
Me permito resaltar ¡»la promoción de 1998″!:
….»tomé la delantera» con mi equipo más cercano y un restaurantero de Boca Del Río, don Jorge Rosado (q.e.p.d.), para ubicar dónde compraríamos el pescado y marisco que se cocinaría y ofrecería en la «cena de gala».
Después vendría el autobús donde viajaba los demás restauranteros
(para tal efecto se tuvieron reuniones con el fin de organizar, entre otros detalles, las consabidas «visas» para el cruce de «la frontera»).
El lugar de exposición, el foro de presentación del «Ballet Folklórico» y «grupos musicales» estaba todo coordinado.
Luego de llegar a Mcallen me localizaron (entonces había pocos «celulares») para informarme que el autobus no podía «cruzar» porque uno de los pasajeros no traía «visa». Éso fue, además de caerme «como una cubetada de agua fría», pedir ayuda tanto al «gobierno» de Tamaulipas como «autoridades migratorias norteamericanas» (para lo cual renté un auto, manejamos hasta Brownsville con parte del grupo, cruzamos la frontera, hicimos “n” «diligencias») y logramos
¡que el autobús «atravesara» con todos los restauranteros!
(se me hizo extraño que cada uno cargara una botella de agua)
¿Cuál sería mi cara que, al subir a dicho autobús, sin decir una sola palabra ellos corearon:
“ ¡Pero no se enoje!”
a lo cual pensé: ¡%@&#=¿?~+!
….regresamos todos a Mcallen ¡JA!
Habíamos ido a la tienda de mayoreo “Sam’s” (que todavía no existía en México) con el fin de comprar los alimentos;
nos informaron que lo que necesitábamos no lo tenían pero que podíamos solicitarlo en servicio “overnight delivery” («entrega al día siguiente») proveniente de San Antonio.
Muy temprano Jorge Rosado le llamó a Isidro Piedras para decirle que si ya se iban por el pescado
(pensando, según su costumbre, que mientras más temprano más fresco estaría)….
No, don Jorge, duerma un poco más Sam’s abre a las 9 am.
Para entonces llegaron:
el pescado, los mariscos, los ingredientes que hacían falta y
…….»los restauranteros» .
¡ A cocinar se ha dicho!
Mientras «afinábamos» lo de la exposición y espectáculo me llamaron a probar los platillos:
lo primero que vi fue «salsa con huevo», «huevo a la mexicana», varios tipos de «salsas».
Aquéllo era una «romería» mezcla de «restauranteros veracruzanos» con «cocineros latinos» residentes «al otro lado del charco» que se «daban vuelo» con la comida, la música y el ambiente!
¡una fiesta de delicias mexicanas!.
El coordinador me llamó para enseñarme, ya preparado, el “torito jarocho”
(que en E.U. era prácticamente imposible de conseguir):
En grandes ollas mezclaron la «crema de cacahuate», que habíamos comprado allá, con aguardiente de caña de azúcar..
(contenido en las «mencionadas» botellas de un litro que yo suponía era agua)
….en vez del «Bacardi» que se tenía previsto …
¡Me impresionó su osadía y «se me enchinó la piel» sólo de pensar en lo que hubiera sucedido, después de toda «la odisea» vivida, de haberse descubierto tal atrevimiento!
¡Me encomendé a Dios … y pa’lante !
Por la tarde se les dio la bienvenida a los jubilados “Winter Texans”
Se les mostró Veracruz a través del producto turístico:
bailes, folklore, música y ricos manjares.
En ese momento recuerdo que me llamó doña Tomasita Meléndez, (q.e.p.d.) decana de los «restauranteros boqueños» y máxima autoridad moral de todo aquel grupo:
«Tengo estas cinco cabezas de pulpo rellenas de mariscos, guisadas en aceite de oliva, con alcaparras y aceitunas, pruébelas Don Luis (me dijo) y decida ¿quienes de los invitados quiere que las disfruten?
Los restauranteros habían levantado tal algarabía que lograron que asistieran hasta las autoridades migratorias de Mcallen (mismas que dieron el «permiso» para que pudieran ingresar) así que no dudé en decidir que ellos serían los merecedores de tan preciado manjar.
Había que ver cómo «se chupaban los dedos» con aquellas exquisiteces, al igual que tomaban los «especialmente preparados» «toritos boqueños».
Terminado el evento restauranteros y cocineros bailaban al ritmo de los acordes de los «grupos musicales» que llevábamos:
guapangos, música tropical, salsa …
¡Ahhh y no se diga! ver a los «winter texans» felices «tirando polilla” y listos para venir en caravana con sus «casas-rodantes» a hacer turismo y generar una derrama económica durante su período vacacional en Veracruz:
“ El Estado con Ambiente”
¡Todo aquéllo sucedía los primeros días de enero de cada año,
….esta vez en 1998!