Viajé a TUCANÍ, llegué hasta allá... Mérida, Venezuela.

Viajé a TUCANÍ, llegué hasta allá… Mérida, Venezuela.

Trabajaba como “Asesor” del “Ministro de Turismo” de Venezuela
Wilmar Castro
(militar, piloto y político)
recorriendo el País por los “cuatro Puntos Cardinales”
impartiendo conferencias, seminarios, talleres es decir
capacitando a la
“Industria Turística”
en aquellas latitudes.

Fue la Organización Mundial De Turismo (OMT)
quien me envió a Caracas a dar un curso de tres días.
Quedaron tan conformes con mi desempeño que posterior y directamente me contrataron:
el “Gobierno Central”,
los “Gobiernos Estatales” y
“el Sector Empresarial”
(además de continuar mi labor, como dije, de “Asesor”).

Fueron tres años de viajar y estar casi 400 días recorriendo la mayor parte del País
(excepto dos Estados)
una enriquecedora experiencia en mi vida profesional.

He perdido la cuenta de la gran cantidad de personas
(de ese “sector”)
a las que tuve como conferencista,
oportunidad de dirigirme en la entonces activa Venezuela.

Estando en Mérida
(“Ciudad tocaya” de la nuestra en Yucatán)
Yaneth Dávila
eficiente ejecutiva de la corporación
me pidió e insistió que visitara,
en la “zona al sur” del “Lago de Maracaibo”,
una población cuyo nombre
le fue dado “en honor a los indios que la habitaban en el pie de monte andino”:
i TUCANÍ !
Catalogada como
“Pueblo Maravilloso de la Panamericana”
Zona de café y Cacao (con el cual se tenía el propósito de retomar
“La Ruta del Cacao”)
recóndito lugar con una población en aquellos tiempos (estimo yo)
de apróx. 20,000 habitantes.

Como llegué muy cansado y adolorido
(a causa de todos los kilómetros recorridos y mi afección de espalda )
le pedí a Yaneth me consiguiera quién me diera un
“masaje de relajación”.
(he comentado en anteriores escritos que con frecuencia recurría a este tipo de terapias)

Fue una señora de profesión
“ama de casa” y “mamá”
(recomendada por la dueña de la farmacia de la localidad)
la que, mientras mis acompañantes cuidaban de sus hijos,
me dio, sin exagerar,
uno de los mejores masajes que he recibido.

Al siguiente día, recuperado,
impartí la conferencia
con la asistencia de la “Alcaldesa” que me escuchó atenta.

De regreso a Mérida, pasando por “el Vigía” me llevaron
(Yaneth y su esposo)
hasta una posada,
“La Quinta Xinia”
propiedad de un matrimonio de venezolana con alemán,
en “TABAY”
pequeña ciudad localizada en lo elevado de
“La Cordillera Oriental de Los Andes”

Atendido por Xinia y Peter quienes,
esa tarde de domingo,
me recibieron con un vino.

Luego de ubicarme en la habitación me llamaron a merendar/cenar;
ella preparando los platillos mientras él atendía las cinco mesas de comedor, con aproximadamente 9 o 10 comensales,
Los platos tenían grabado el nombre de los propietarios.

Al final degustando una copa de vino encendí la pipa en un acogedor y verde ambiente de naturaleza. De pronto “Xinia” salió de la cocina,
bajó la intensidad de la luz del salón,
moduló la música y posteriormente
con una cuchara “tintineó” una copa.
Se hizo un silencio total y dijo:
– “Un momento de su atención por favor:”
– “Peter tiene una sorpresa para uds.:”
y empezó a tocar,
“A mi manera”,
i con su armónica !
iUuyyy qué momento,
la emoción a tope !

Al término y después de prolongados aplausos todos coreábamos:
– “otra, otra, otra… “
La señora dijo:
– “Gracias”,
subió la luz y la música.
No hubo otra canción
… pensé:
¡ de lo bueno poco !
Yo seguí con la copa y con mi pipa recapacitando:
Éso es lo que en “turismo” se conoce como:
i instantes mágicos,
experiencias imborrables plenas de sensibilidad!

“El oído” con su música,
“El gusto” con el vino,
“El tacto” con los aplausos,
“La vista” con la naturaleza y
“El olfato” con el tabaco.

Después de aquel momento que disfrute,
¡a descansar!…
para temprano desayunar e iniciar mi labor como consultor de los integrantes de:
“Posadas de Calidad”,
que formaba parte de la exclusiva y pequeña agrupación de clase de hospedajes.
Eran tan solo, 9 posadas en todo Venezuela.

A mediodía llegaron por mí: Yaneth, su esposo y la pequeña Gabriela (de 5 años)
para tomar la sinuosa carretera con dirección a Barinas;
nos detuvimos en un ”Mirador” en el que ahí arriba, se encontraba una antigua capilla de piedra.

Admiré el paisaje cargando a Gaby con su gorrito tejido. Cruzamos el «Parque Nacional de la Sierra Nevada»
rebasando los 3,400 msnm
para poder arribar a Barinas
(la que visité en 9 ocasiones)
dónde me esperaba mi amigo Efrén Jiménez.

Recientemente Yaneth me reencontró por “messenger” escribiéndome:
-“Te comento que de aquel “programa” tuyo que “bautizamos” como:
“sembrando semillas de cacao” se “diplomaron” “prestadores de servicios turísticos” que motivados continuaron sus estudios y hoy,
a pesar de las circunstancias adversas y sorteando innumerables obstáculos,
utilizan sus conocimientos para continuar activos en el mercado”.

El compromiso con Yaneth estaba cumplido y
yo agradecido por su persistencia para que conociera TUCANÍ.

Aquel viaje como todos los que hice
a ese querido País,
llenó una vez más mis “alforjas” de vivencias, ocurrencias y un sinnúmero de experiencias
(esta vez)
de aquel rinconcito enclavado en los imponentes “Andes Venezolanos”.

*Nota: Algunas imagenes fueron recolectadas de internet, el objetivo es representar con dichas imagenes lo escrito, ya que no siempre me es posible utilizar imagenes propias debido a su antigüedad o calidad de las mimas.

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“Viajar es conocer y conocer es vivir “
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Luis Eduardo Ros

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