Quiero rescatar algunos usos y costumbres a finales de los años 50’s y los 60’s…en mi entrañable Córdoba, que alguno de los lectores los podrá aplicar a su localidad en aquellas épocas. !
Cuando alguien fallecía se acostumbraba, como muestra de agradecimiento por las condolencias recibidas, enviar unas tarjetas rectangulares (con bordes gruesos en negro, alguna oración, símbolo religioso y mención del difunto) dobladas con una ceja triangular en forma de sobre este comunicado llegaba a la puerta de la casa y era llevado, la mayoría de las veces, por un Sr. Calatayud o una señorita Rossetti (de estampa conservadora y piel muy blanca).
Se encargaban a la Imprenta «Ruíz Ponce» ( calle 2 ) o a «La Trueba» ( Av. 1 calle 8 y después Av. 3 y calle 1) así como en su momento: «participaciones de Boda»y las » tradicionales tarjetas navideñas» que también eran entregadas por ellos «a domicilio»; inclusive algunas veces por el Sr. Cuauhtemoc que tenía un «carro de sonido» (auto con una bocina encima del capacete), aunque la mayoría de las tarjetas llegaban a través del cartero. Uno de ellos era quien pasaba «a domicilio» por la mensualidad para el pago correspondiente al » Casino Español».
Los sábados a media tarde tocaba en casa » la señora de la hojita» (quizá el nombre era de Doña Sofía). Era la misma «hojita dominical» que se entregaría al día siguiente (conteniendo algunos elementos que se utilizarían en la celebración de la Eucaristía) con el propósito de leerla, reflexionarla, e ir preparados para participar activamente en la Misa.
Recuerdo de muy pequeño (a finales de los 50’s) que por las mañanas llegaba un repartidor con sombrero, a caballo y sus cántaros conteniendo leche recién ordeñada que la vertía con una medida de a litro; atrás de la silla de montar traía amarrada «una manga» (gabán de hule) amarilla que utilizaba cuando aparecía el «chipi-chipi» («lluvia menuda y fina»).
En mi casa se compraban varios litros ¡por ser tantos de familia!
Ya para los 60’s era una camioneta que cargaba los recipientes y la leche pasteurizada (esta innovación «llamaba mucho la atención» en provincia) que entonces sólo existía en la Ciudad de México, ciudades grandes o fronterizas. En películas y en la realidad el lechero la entregaba «a domicilio» en envases de vidrio con un sello de aluminio rojo y colocadas en rejas.
Las noticias que llegaban «por carta» o «telegrama» eran repartidas ya fuera por un empleado postal a pie con su gran bolsa de cuero, su kepí, uniforme color crema obscuro y con su típico silbato, o por el repartidor de telegramas que no llevaba uniforme y solía ir muy bien vestido .
El cartero era un personaje muy esperado por mi madre, sobretodo a partir de 1965, ya que dos de mis hermanas partieron a España (quedándose la mayor, desde entonces, a vivir allá). Para escribirles mi madre utilizaba papel cebolla que posteriormente colocaba y enviaba en los llamados sobres aéreos azul rey o rojo con amarillo.
Cada vez que llegaba correspondencia de España (sobretodo de mis hermanas) la cara de mi madre se llenaba de felicidad. Con los años fui entendiendo la tristeza que significaba para ella el que cada uno de sus hijos tuviera que desprenderse del hogar para «volar con sus propias alas». Esa es una de las razones por las que, cada vez que viajo a España hago lo posible por estar unos días con esa hermana (y con la querida familia que formó) que escribía aquellas cartas tan esperadas… hoy (después de que las comunicaciones dieran un «salto extraordinario») nos conectamos «vía celular» o a través del «WhatsApp» («aplicación de mensajería instantánea que envía y recibe mensajes mediante Internet»)
Los telegramas es algo desaparecido para la actual generación: «un medio de comunicación que permitía notificar alguna cuestión de manera concisa, rápida y breve con un lenguaje especial resumido en 10 palabras» (tarifa económica).
Telégrafos se encontraba contra esquina del Borrego ( hoy «supermercado»); los telegramas llegaban » a domicilio» y no faltaba quien los utilizara para felicitaciones navideñas (como dije: en diez palabras)
También «a domicilio» se repartía por las tardes el pan colocado en un canasto grande, recargado en unas tijera de madera. Salíamos a la puerta a escoger la pieza que se nos antojaba para la merienda o cena.
Como comenté en otra de mis anécdotas «los «Dulces de Don Pedro» llegaban también «a domicilio» los jueves casi cuando estábamos terminando de comer.
Igualmente la «Botica del Mercado» entregaba las medicinas «a domicilio». Tantas cosas más que llegaban «a domicilio» en una ciudad con treinta y tantos mil habitantes en aquellos 60’s.
Actualmente todo aquéllo «pasó a la historia» y quedó como anécdotas para los nietos porque lo de hoy, es la comida «a domicilio» que «si el tiempo de entrega rebasa los 30 minutos, es gratis».
Es muy interesante cómo se han desarrollado empresas transnacionales importantes de mensajería como: «DHL, «UPS», «FedEx», «Amazon»…» etc etc
En este rubro conozco al que fuera el director de la empresa de «Air Cargo», «Aeromexpress», Jaan Albrecht ( nacido en Puebla), empresa que creció y se hizo fuerte cuando estaban asociadas «Mexicana (ya desaparecida) y Aeroméxico. Posteriormente afiliados a «Star Alliance» y fuera de México ha ido pasando por diferentes partes del mundo: EUA, Alemania, Austria, Turquía y, a partir de este enero del 2017, «Albrecht ocupará su nuevo puesto en Saudia formando parte de la transformación de la compañía saudí y de la implementación de su plan estratégico…..»
“La evolución de la vida ya no es una teoría. Es un hecho”
― Julian Huxley
*Nota: Algunas imágenes fueron recolectadas de internet, el objetivo es representar con dichas imágenes lo escrito, ya que no siempre me es posible utilizar imágenes propias debido a su antigüedad o calidad de las mimas.
