“las apariencias engañan”... Bogotá.

“las apariencias engañan”… Bogotá.

Hay un «personaje» (con no muy buena «apariencia») deambulando por la «Plaza Bolívar» en Bogotá que se acerca con una psicología y talento nato para identificar turistas, selecciona al que puede ser su ”oyente» y esperando escuchar lo que desea saber le pregunta (por citar):
¿mexicano?
Y al obtener respuesta afirmativa «entra en acción» diciendo:
¡»México lindo y querido»!,
¡Uyyyy los mexicanos son extraordinarios, los visitantes mexicanos son excelentes …!
Como se dice coloquialmente ¡»echa todo un rollo»!
E inmediatamente saca unas copias (de algún periódico, revista o medio impreso) sobre una entrevista que le hicieron donde da testimonio:
«aquí declaré que los mexicanos son “una maravilla”,
en esta sección se lee que yo he conocido a
“ José, José», «al Buki», a «Alejandro Fernández», a «Chespirito, etc.»
¡dónde les he servido como «guía» en el centro de «la Atenas Suramericana»!
Una persistente y simpática «técnica de convencimiento» en la que acaba uno por decir:
“bueno cuéntame”.
Llegamos a la «Plaza Simón Bolívar» (en el mes de septiembre del 2013):
los «Alcaldes» electos por Córdoba y Fortín,
Tomás Ríos y Armel Cid de León (respectivamente)
así como mi hijo Luis Eduardo, la amiga de la familia Luz Marina Corchuelo (colombiana) y yo.
En ese momento apareció él (cuyo nombre es Carlos Rodríguez) con la barba descuidada, vestimenta sucia…
(la imagen que identificamos como la del típico “mendigo”)
…..y con su “método» fue «metiéndose como la humedad»:
primero explicó ampliamente sobre
«la Plaza Bolívar,
luego sobre «Catedral»,
la esquina de “La Casa del florero” ( Museo ),
rumbo al «Capitolio Nacional» nos iba platicando de forma amena y graciosa un cúmulo de relatos diciendo:
“vengan acá enfrente»,
«ahora volteen y vean arriba»,
«agáchense y observen aquella esquina,
«atrás de aquella torre …»
y así nos fue llevando para apreciar, de manera diferente, ese «centro histórico de Bogotá» que yo había visitado y caminado “n” veces pero nunca había advertido tales pormenores de la «Capital» del «País andino de Colombia».
En todo momento al terminar cada descripción agregaba:
“puntos suspensivos»
y moviendo la cabeza
¡se reía de manera contagiosa!
«La casa de la moneda»,
«un ex convento»,
«el Teatro Colón»,
además, agregó, está el «Hotel de Gran Turismo» («…la Ópera) donde algunas personas después de acudir «al Teatro» se hospedan en ese «hotel» y asisten al famoso «Restaurante La Scala».
Recorrimos varios museos, posteriormente nos llevó a una linda «plazuela» que tiene una placa con una leyenda en latín la que nos tradujo tanto a nosotros como a unos estudiantes que por ahí transitaban.
Cayó la noche y subimos por esas calles «Gastando Zapatos» hasta
«El Barrio de La Candelaria» y
en el «Santuario de Nuestra Señora del Carmen»,
(iglesia singular por su arquitectura)
sorpresivamente nos colocó «de espaldas» a dicho «templo»
se “tiró” al suelo y acostado (enfocándonos con la cámara) nos fue situando:
“tú a la derecha»,
«tú más abajo»,
«tú a la izquierda»,
«tú…”
«Ésta colocación la tengo bien estudiada después de muchos años de intentarla. Les aseguro que es la mejor toma»
No faltó, de entre «el grupo», quién decía,
(al comprobar que tenía razón):
“muy buena”
«qué bárbaro»
“genial”,
“qué chistoso”
Anduvimos parte de «el chapinero»,
nos llevó por otro lado del «recinto presidencial»
“Palacio de Nariño” (con sus atractivos jardines).
Para entonces previendo el final del «tour» intercambié con Luzma, de acuerdo a los precios colombianas, cuánto sería lo justo para darle a nuestro «peculiar guía».
«Aquí nos despedimos, dijo Carlos, yo me voy porque tengo un compromiso».
«Mis honorarios son “X” mencionó»
(«tarifa» que ya tiene establecida, similar a la que habíamos acordado)
Tómas además le dio para su transporte.
Ya «el servicio» nos lo había otorgado aquel «espontáneo» (aparentemente «devaluado») que no sólo se hizo presente sino pintó de magia ese anecdótico día….
Por lo anterior recomiendo que si van a Colombia
(y desean vivir una experiencia como la nuestra)
busquen al «cicerone» Carlos («de barbas») esa figura con un lenguaje de “diplomado” cuya mejor «universidad» (en el supuesto que no haya ingresado a alguna) ha sido «la escuela de la vida». Con él, como dije, uno se queda con una información teórica, práctica y amena de la localidad. Otro detalle a agregar fue apreciar la infinidad de «pichones» que aterrizan en la «Plaza Bolívar».
Una vez más se comprueba que:
«las apariencias engañan»

«No se deje engañar por lo que aparezca en la superficie.
En las profundidades es donde todo se vuelve ley».
Rainer María Rilke (1875-1926) Escritor austríaco.

*Nota: Algunas imagenes fueron recolectadas de internet, el objetivo es representar con dichas imagenes lo escrito, ya que no siempre me es posible utilizar imagenes propias debido a su antigüedad o calidad de las mimas.

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