“El Pañuelo …para Caballero”

“El Pañuelo …para Caballero”

¡Uuuyyy que complicado me resulta actualmente comprar “un pañuelo para caballero”!
Pareciera que sólo a través de las plataformas de “ventas en línea” se pueden obtener.

“Muchos crecimos viendo a nuestros padres y abuelos llevarlo, y a nuestras madres y abuelas plancharlos y doblarlos luego de lavados…”

Hoy día el uso de “el pañuelo”, descrito como pieza de tela cuadrada (de apróx. 23 x 23 cms.) parece extinto. 

A excepción del “pañuelo de bolsillo”, ése que sobresale en el saco (debido a una apreciación de la “moda vintage” y “retro”) pocos hombres parecen llevar uno consigo.
iAhhh!
Qué bonitos pañuelos se veían anteriormente: elaborados en finos algodones o linos. Bordados a mano con “punto de pespunte”, “punto montenegrino”, “punto de matizar”, “deshilado”, etc. 
A mi gusto los blancos siempre los mejores. 

A partir del asma que me aquejó desde muy temprana edad (ya he narrado sobre el tema) me quedó una “rinitis alérgica” que se manifestaba sobre todo al amanecer, lo que me obligaba a dormir con un pañuelo hecho por mi mamá, bajo la almohada. Padecimiento que sobrellevé hasta la juventud.

Fue iniciando 4to de Primaria en el “Colegio La Salle” dónde nos inculcaron varias normas de formación: puntualidad, aseo, limpieza, orden, responsabilidad, disciplina por citar algunas.

Entre las de aseo estaba: orejas limpias, uñas recortadas, cabello corto y peinado, zapatos lustrados y un detalle obligatorio: “pañuelo blanco” de algodón o lino (que revisaban sin previo aviso para forzarnos a traerlo siempre).

Lo describían como parte de la etiqueta del vestir masculino. Según la costumbre tenía que guardarse en el bolsillo trasero derecho del pantalón ( para los diestros).

¡Empleado con propósitos personales de higiene tales como limpiarse las manos, el sudor, sonarse la nariz, etc.!

Aunque haya rotación de personal docente (Hermanos Lasallistas”) a través de sus “Campus en México” (ahora cuenta con 15) “el modelo educativo” y “formativo” es el mismo en todos ellos. Así es que cuando interactuábamos con alumnos de otras ciudades nos percatábamos que al preguntarles por el pañuelo blanco casi siempre respondían: ¡AQUÍ ESTÁ! 

Esto lo pude comprobar con ex-lasallistas de otros Países que de igual manera tenían por exigencia traer el pañuelo.

“Y es que, así es el mundo, tan pequeño y tan sencillo como un pañuelo”

Hay otras escuelas (en la que nuestros hijos cursaron la “Secundaria” y la “Preparatoria”) que también les inculcaron el hábito de mostrar diariamente el pañuelo.

Habrá jóvenes y maduros que estén en desacuerdo con esa práctica pero como he expuesto, es parte de un valor formativo que yo no he perdido ni perderé.

Cuando he llegado a salir de casa y olvido el pañuelo lo resiento y si tengo el tiempo regreso por él.

Volveré a comentar (como lo hice en otro de mis “Gastando Zapatos“) que cuando niño mi mamá bordaba, en diferentes tipografías, el monograma (LE) en una esquina de mis pañuelos. Me he percatado que cuando uno de los hijos está en casa “echa mano” de alguno de los “veintiúnicos” pañuelos que todavía sobreviven en mi cajón; por ello si “Gastando Zapatos” por algún almacén grande o comercio pequeño llego a descubrir pañuelos blancos compro para los tres; aprovecho cuando voy al “Centro” de la CDMX y busco en las tiendas de textiles conocidas como de árabes. 

Reitero, cada vez es más complicado encontrarlos.

Los más famosos son aquéllos fabricados en los Países denominados “Del Este”.

Cabe señalar que máxime durante “la pandemia” (cuyos síntomas, entre otros, se manifestaban con un fuerte “catarro”) se recomendaba usar “pañuelos desechables” para evitar la proliferación de gérmenes.
“No lleves un resfriado en el bolsillo” anunciaban.
Ya que aparentemente ese “mal” quedó atrás, yo vuelvo a usar mi acostumbrado pañuelo blanco.
¡Podrás comprobar cuando coincidamos, que invariablemente lo traigo!

“El humilde pañuelo está ligado a la historia de la humanidad, a la cultura y a la literatura más de lo que se cree. La historia del pañuelo abarca continentes, tradiciones y desarrollo humano…”
HankyBook

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Luis Eduardo Ros

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